En el corazón de Alejandría, la ciudad fundada por Alejandro Magno en Egipto, existía una institución sin igual en el mundo antiguo: la gran Biblioteca de Alejandría. No era simplemente un edificio donde se almacenaban libros. Era un símbolo de la aspiración helenística de preservar, organizar y compartir todo el conocimiento humano. Durante siglos, fue el mayor repositorio de saber en el mundo conocido, un lugar donde eruditos de todas las naciones venían a estudiar, a investigar y a contribuir con sus propias obras. Su historia es la historia del helenismo mismo: ambición, logros extraordinarios y finalmente, pérdida trágica.
Los orígenes: la visión de Ptolomeo I

La Biblioteca de Alejandría no surgió de la nada. Fue el resultado de una visión deliberada de Ptolomeo I Sóter, el fundador de la dinastía Ptolemaica que gobernó Egipto durante la era helenística. Ptolomeo comprendía algo fundamental: el poder no derivaba únicamente de la conquista militar o de la riqueza, sino también de la capacidad de atraer talento intelectual y de ser visto como un custodio de la civilización y la cultura.
Aunque algunos relatos antiguos atribuyen la fundación de la Biblioteca a Ptolomeo I, la mayoría de los historiadores modernos creen que fue formalmente establecida bajo su hijo Ptolomeo II Filadelfo, alrededor de 280 a.C. Sin embargo, Ptolomeo I sin duda fue el iniciador de la idea y el que proporcionó los recursos iniciales.
La Biblioteca fue concebida como parte de un proyecto más amplio que incluía el Museo (literalmente «templo de las Musas«), una institución dedicada a la investigación y al aprendizaje.
Alejandría fue elegida como ubicación no por casualidad. Era la ciudad más importante del reino Ptolemaico, un puerto importante que conectaba Egipto con el mundo mediterráneo y la capital política y cultural de la dinastía. Era el lugar perfecto para una institución que buscaba reunir el conocimiento del mundo entero.
La construcción y la expansión: reuniendo los tesoros del conocimiento
La construcción de la Biblioteca fue un proyecto ambicioso que requería recursos considerables. El edificio fue diseñado para ser no solo funcional, sino también grandioso, un reflejo de la importancia que los Ptolomeos asignaban al conocimiento. Tenía múltiples pisos, salas de lectura, espacios para eruditos residentes y bóvedas especialmente diseñadas para la preservación de manuscritos.
Sin embargo, la verdadera ambición de los Ptolomeos no fue simplemente construir un edificio impresionante, sino llenarla con los manuscritos más importantes del mundo conocido. Para lograr esto, implementaron una estrategia agresiva: compraron manuscritos, comisionaron copias de obras importantes y en algunos casos, utilizaron el poder político para obtener colecciones enteras.
Enviaban agentes por todo el mundo helenístico y más allá para buscar, comprar o de otra manera obtener manuscritos. Se dice que Ptolomeo II incluso pidió prestadas obras valiosas de Atenas (incluyendo copias originales de las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides) con la promesa de devolverlas. Cuando llegaron a Alejandría, los Ptolomeos simplemente guardaron los originales y devolvieron copias, sacrificando su depósito de garantía con tal de quedarse con los originales.
Esta política de expansión agresiva fue extraordinariamente exitosa. En su apogeo, la Biblioteca de Alejandría contenía entre 400.000 y 700.000 manuscritos (los números exactos varían según los relatos antiguos). Para poner esto en perspectiva, la mayoría de las ciudades antiguas no tenían más de unos pocos cientos de libros. La Biblioteca de Alejandría contenía más conocimiento escrito que cualquier otra institución en la historia humana en ese momento.
La organización del conocimiento: un sistema revolucionario
Reunir todos estos manuscritos era una cosa; organizarlos era otra completamente diferente. Los Ptolomeos contrataron al erudito Calímaco para que ideara un sistema de catalogación. Calímaco creó el Pinakes (tablas), el primer catálogo sistemático de una biblioteca importante. El Pinakes categorizaba los obras por género (poesía, drama, historia, filosofía, etc.) y dentro de cada categoría, alfabéticamente por autor.

Este fue un logro revolucionario. Antes del Pinakes, el conocimiento sobre qué libros existían y dónde estaban era fragmentado y desorganizado. Calímaco creó lo que era esencialmente un catálogo de tarjetas antiguo, permitiendo a los eruditos localizar y acceder a información específica en la vasta colección de la Biblioteca.
El Pinakes no era solo una herramienta práctica, era también un testimonio de la erudición de Calímaco. Contenía información bibliográfica detallada, comentarios sobre las obras y notas sobre sus autores. En muchos sentidos, fue el precursor del moderno índice de una obra.
El Museo: la institución de investigación
La Biblioteca de Alejandría no existía en aislamiento, estaba vinculada al Museo, una institución de investigación donde los eruditos trabajaban en problemas científicos, literarios y filosóficos. El Museo tenía una estructura similar a las universidades modernas: había una comunidad residente de eruditos que recibían apoyo del estado para conducir sus investigaciones, había comidas comunes donde se discutían ideas y había una biblioteca donde los eruditos podían acceder a fuentes primarias.
El Museo atrajo a algunos de los eruditos más destacados del mundo helenístico. Euclides, el matemático que compiló el conocimiento geométrico en sus Elementos, trabajó en el Museo. Eratóstenes, el erudito que calculó la circunferencia de la Tierra, fue director del Museo durante un tiempo. Herófilo, el médico que realizó los primeros estudios anatómicos sistemáticos, trabajó en el Museo.
La combinación de una biblioteca vasta con una institución de investigación dedicada creó un entorno único. Los eruditos no solo tenían acceso al conocimiento pasado, tenían el tiempo, los recursos y los colegas necesarios para hacer contribuciones originales. Esta fue la razón por la cual el Museo de Alejandría se convirtió en el centro de excelencia intelectual del mundo antiguo.
Las colecciones de la Biblioteca de Alejandría
¿Qué se almacenaba en la Biblioteca de Alejandría? Prácticamente todo lo que se consideraba importante en el mundo antiguo. Tenía copias de todas las obras principales de la literatura griega: las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides; las comedias de Aristófanes; las epopeyas de Homero; los diálogos de Platón; los tratados de Aristóteles.
Pero la Biblioteca no se limitaba a la literatura griega. Contenía obras en múltiples idiomas: egipcio, hebreo, arameo y otros. Contenía textos científicos: tratados de matemáticas, astronomía, medicina y física. Contenía obras de historia, geografía, filosofía y religión. Contenía las obras de eruditos que vivieron en el Museo mismo.
Algunas de las colecciones más valiosas fueron las de papiros. Los papiros antiguos, escritos sobre papel hecho de la planta de papiro, se preservaban mejor en el clima seco de Alejandría que en prácticamente cualquier otro lugar. Esto dio a la Biblioteca una ventaja especial: podía preservar obras que se habrían descompuesto en otros lugares.
Sin embargo, es importante notar que la Biblioteca no contenía TODOS los libros de la antigüedad. Muchas obras se perdieron simplemente porque no fueron adquiridas o no fueron preservadas. Muchos escritores antiguos son conocidos ahora solo a través de citas en otras obras. La Biblioteca era vasta, pero no era omnisciente.
El trabajo de erudición: traducciones y comentarios
Uno de los trabajos más importantes realizados en la Biblioteca fue la traducción y preservación de obras. Los eruditos de Alejandría, bajo el patrocinio Ptolemaico, realizaron una tarea ambiciosa: traducir la Biblia hebrea al griego. Esta traducción, conocida como la Septuaginta, fue realizada para servir a la comunidad judía de Alejandría que ya no hablaba hebreo pero sí griego. La Septuaginta se convirtió en una de las obras más importantes de la antigüedad y es la versión de la Biblia que los cristianos primitivos utilizaban.
Además de las traducciones, los eruditos de la Biblioteca escribieron comentarios extensos sobre obras clásicas, buscando explicar, aclarar y analizar los textos antiguos. Estos comentarios preservaban información que habría sido de otra manera perdida y en muchos casos, nuestro conocimiento de obras antiguas derivaba no de los originales sino de estos comentarios antiguos.
La preservación y el deterioro: el desafío del tiempo
Uno de los desafíos principales que enfrentó la Biblioteca fue la preservación de sus colecciones. Aunque el clima seco de Alejandría era favorable para la preservación de papiros, éstos eran inherentemente frágiles y con el tiempo, se descomponían. Los manuscritos podían dañarse por su manipulación frecuente y el papel de papiro podía deshacerse si se mojaba.
Los bibliotecarios de Alejandría fueron conscientes de estos desafíos y desarrollaron técnicas de preservación. Hacían copias de obras que estaban deterioradas, utilizaban técnicas especiales para preservar papiros delicados y mantuvieron registros cuidadosos de qué obras tenían y en qué condición estaban.
Sin embargo, la preservación era una lucha constante. A lo largo de los siglos, la Biblioteca necesitaba ser constantemente renovada. Las obras tenían que ser recopiadas y los manuscritos dañados tenían que ser reparados o reemplazados. Esta fue una tarea que requería recursos constantes y dedicación de generaciones de bibliotecarios.
El declive: los incendios y la destrucción gradual de la Biblioteca
El final de la Biblioteca de Alejandría es complejo, marcado por múltiples eventos destructivos a lo largo de siglos. Durante décadas, la narrativa popular fue que la Biblioteca fue destruida en un único acto catastrófico. Sin embargo, la evidencia histórica apunta a una realidad más matizada: la Biblioteca sufrió daños significativos en varios momentos cruciales, siendo el fuego una causa recurrente de pérdida.
El evento más documentado fue el incendio durante el sitio de Julio César en 48 a.C. Cuando César perseguía a Pompeyo y se vio envuelto en una guerra civil en Alejandría, sus fuerzas quemaron deliberadamente las naves en el puerto para evitar que cayeran en manos enemigas. Este incendio se propagó desde el puerto hacia la ciudad, alcanzando edificios cercanos. Los historiadores antiguos, incluyendo a Plutarco y Diodoro Sículo, registran que este incendio causó daños significativos a los depósitos de la Biblioteca.

Aunque no destruyó completamente la Biblioteca, el incendio de César fue devastador. Se perdieron colecciones valiosas y la institución nunca se recuperó completamente de la pérdida. Los Ptolomeos intentaron recopilar nuevas copias de las obras perdidas, pero el daño fue irreparable en muchos casos. Algunos eruditos antiguos estimaron que se perdieron decenas de miles de manuscritos en este incendio único.
Después del incendio de César, la Biblioteca existió pero en una condición debilitada. Durante los siglos siguientes, experimentó un declive gradual por múltiples razones. A medida que el poder de Roma se consolidaba en Alejandría, la importancia de la Biblioteca disminuyó y los recursos dedicados a su mantenimiento se redujeron. El cambio de valores culturales bajo la dominación romana significó que el patrocinio estatal para instituciones de investigación griega se redujo.
Posteriormente, durante la era cristiana, algunos textos paganos fueron removidos de la Biblioteca o destruidos deliberadamente. Aunque no hay evidencia de un incendio cristiano específico de la Biblioteca, hay evidencia de que materiales considerados «paganos» fueron retirados. Este proceso fue gradual, no catastrófico, pero contribuyó a la pérdida de conocimiento.
La conquista árabe de Alejandría en 642 d.C. marcó otro punto de inflexión importante. Aunque la narrativa tradicional (frecuentemente citada pero de dudosa historicidad) sugería que el califa Umar ordenó la quema de la Biblioteca, la evidencia histórica es mucho menos clara. Lo que es probable es que durante las turbulencias de la conquista, más manuscritos se perdieron o fueron reubicados.
El declive de la Biblioteca, por lo tanto, no fue resultado de un único acto de destrucción, sino de múltiples traumas: el incendio catastrófico de Julio César en 48 a.C., la reducción gradual de recursos durante la era romana, cambios religiosos durante el cristianismo y finalmente, los trastornos de la conquista árabe. Cada evento eliminó colecciones valiosas o redujo la capacidad de la Biblioteca de preservar lo que quedaba. Por el siglo VII d.C., la mayoría de las colecciones originales de la Biblioteca de Alejandría habían sido perdidas, aunque es probable que algunos manuscritos sobrevivieran en otras formas o ubicaciones.
El legado: preservando el conocimiento para la posteridad
Aunque la Biblioteca de Alejandría fue destruida o dispersada gradualmente, su legado fue profundo. Las copias de obras que fueron preservadas en la Biblioteca y luego copiadas nuevamente permitieron que obras antiguas sobrevivieran hasta la era moderna. Muchos de los textos griegos y latinos que leemos hoy en día fueron preservados porque fueron copiados en Alejandría.
El concepto mismo de una biblioteca universal, un lugar donde se preserva todo el conocimiento importante, fue un legado de Alejandría. La idea de que el conocimiento debería ser organizado, catalogado, y preservado para las generaciones futuras fue revolucionaria. Las bibliotecas modernas son, en muchos sentidos, herederas del concepto que fue inventado en Alejandría.
Además, el trabajo de erudición realizado en el Museo de Alejandría estableció un estándar para la investigación rigurosa. Los métodos de comentario textual desarrollados en Alejandría fueron adoptados por eruditos posteriores. La idea de que los eruditos deben tener acceso a fuentes primarias para poder hacer investigación original fue establecida en Alejandría.
La reconstrucción moderna: recordando a Alejandría
En 2002, una nueva biblioteca moderna fue abierta en Alejandría: la Bibliotheca Alexandrina. Fue construida cerca de la ubicación de la antigua Biblioteca, como un homenaje a la institución antigua y como un centro de conocimiento moderno. La nueva biblioteca contiene millones de libros, así como recursos digitales y sirve como una institución de investigación y una biblioteca pública.

La Bibliotheca Alexandrina es un recordatorio de la importancia de la antigua Biblioteca y de la idea de que las sociedades pueden invertir en la preservación y el avance del conocimiento. Es un símbolo de cómo el pasado puede informar el presente.
Fuentes y bibliografía
Fuentes primarias:
- Plutarco. Vidas Paralelas. Vida de los Ptolemeos (referencias a la Biblioteca).
- Estrabón. Geografía, libro XVII (descripción de Alejandría).
- Diodoro Sículo. Biblioteca Histórica (referencias a la Biblioteca de Alejandría).
Bibliografía especializada:
- MacLeod, Roy M. (editor). The Library of Alexandria: Centre of Learning in the Ancient World. I.B. Tauris, 2000.
- Canfora, Luciano. The Vanished Library: A Wonder of the Ancient World. University of California Press, 1989.
- El-Abbadi, Mustafa. The Life and Fate of the Ancient Library of Alexandria. UNESCO, 1990.
- Bagnall, Roger S. Egypt in the Ptolemaic Age. Cambridge University Press, 2009.
- Fraser, P.M. Ptolemaic Alexandria. Oxford University Press, 1972.
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- Era helenística: la transformación de la cultura griega.
- Ptolomeo I Sóter: fundador de la dinastía Ptolemaica.
- Alejandría: la joya del mundo helenístico.
- Biografía de Alejandro Magno, fundador de la ciudad de Alejandría.
- Euclides y la matemática helenística.
- Eratóstenes: el erudito que midió la Tierra.
- Herófilo: pionero de la anatomía.
- La Bibliotheca Alexandrina: homenaje moderno.
Preguntas frecuentes sobre la Biblioteca de Alejandría
¿Cuándo fue fundada la Biblioteca de Alejandría?
La Biblioteca fue probablemente establecida formalmente bajo Ptolomeo II Filadelfo alrededor de 280 a.C., aunque Ptolomeo I fue el iniciador de la idea.
¿Cuántos libros contenía la Biblioteca?
Los relatos antiguos sugieren entre 400.000 y 700.000 manuscritos. Los números exactos varían según la fuente antigua.
¿Quién fue Calímaco y qué hizo?
Calímaco fue un erudito griego que creó el Pinakes, el primer catálogo sistemático de una biblioteca importante. Categorizaba las obras por género y alfabéticamente por autor.
¿Qué fue el Museo?
El Museo fue una institución de investigación vinculada a la Biblioteca donde eruditos residentes trabajaban en problemas científicos, literarios, y filosóficos. Era similar a una universidad moderna.
¿Qué científicos trabajaron en el Museo de Alejandría?
Euclides (matemáticas), Eratóstenes (astronomía y geografía), Herófilo (medicina), y muchos otros eruditos importantes trabajaron en el Museo.
¿Qué era la Septuaginta?
La Septuaginta fue la traducción de la Biblia hebrea al griego, realizada en Alejandría. Fue utilizada por la comunidad judía de Alejandría y posteriormente por los cristianos primitivos.
¿Cómo fue destruida la Biblioteca?
No fue destruida en un único evento. Experimentó un declive gradual durante siglos debido a factores políticos, culturales, y religiosos. Partes fueron dañadas durante el sitio de Julio César, y más fueron perdidas durante cambios religiosos y políticos posteriores.
¿Quién fue responsable de la destrucción?
No hay un único responsable. La destrucción fue gradual y resultó de múltiples factores históricos, no de un acto deliberado singular.
¿Se preservó algo de la Biblioteca original?
Algunos manuscritos de la Biblioteca original probablemente sobrevivieron en varias formas y fueron preservados. Sin embargo, la mayoría de las colecciones originales se perdieron.
¿Cuál fue el legado de la Biblioteca de Alejandría?
El legado incluye la preservación de textos antiguos, el concepto de una biblioteca universal y el establecimiento de estándares para la erudición rigurosa.
¿Por qué fue importante la Biblioteca de Alejandría?
Fue el mayor repositorio de conocimiento del mundo antiguo, permitiendo que eruditos accedieran a un conocimiento sin precedentes. Fue un símbolo de los valores helenísticos de preservación y avance del conocimiento.
¿Existe una Biblioteca de Alejandría moderna?
Sí, la Bibliotheca Alexandrina fue abierta en 2002 como un homenaje a la antigua institución y como un centro de conocimiento moderno.












