Biografía y resumen de Francisco de Goya. Su obra y características

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Francisco de Goya fue uno de los pintores españoles más reconocidos y admirados, al igual que Pablo Picasso y Velázquez, incluso lo sigue siendo hoy día. Su nacimiento se remonta al 30 de marzo de 1746 en un pequeño pueblo en la provincia de Zaragoza, llamado Fuendetodos.

Biografía de Francisco de Goya

El artista había nacido en una época de abundantes penurias causadas por la economía y la incertidumbre. Provenía de una familia de clase media baja. Su padre, José Goya, poseía cierta cercanía con el mundo artístico, debido a que su profesión consistía en ser dorador de retablos.

Por otro lado, su madre Engracia Lucientes, pertenecía a una familia hidalga empobrecida en el pequeño pueblo de Fuendetodos, por lo cual había logrado heredar algunas tierras.

En el momento del nacimiento de Francisco, el matrimonio de sus padres permanecía en aquel lugar. En cambio, en 1737 y en 1739, Rita y Tomas nacieron en la capital aragonesa. Por consiguiente, el menor de todos, Camilo, nacería en el mismo lugar que Francisco en 1752. El resto de los hermanos, Jacinta y Mariano, murieron siendo niños.

El 15 de diciembre de 1775, nació su otro hijo Eusebio Ramón, quien murió al igual que Vicente Anastasio en 1777, María del Pilar Dionisia en 1779 y Paula Antonio Benito en 1780. Sus cuatro hijos murieron a los pocos días de recibir el sacramento.

Sus primeros estudios

Sus primeros estudios artísticos fueron en la escuela de dibujo de Juan Andrés Merclein y José Ramírez de Arellano, donde aprendió las técnicas pictóricas y los principios del dibujo. Asimismo, comenzó siendo aprendiz de José Luzan, un pintor representante del estilo barroco.

El Aquelarre de Francisco de Goya. Crédito: Museo Nacional del Prado.

A los 16 años, en 1762, continuó sus estudios con Francisco Bayeu. En ese mismo año, pintó su primera obra, la cual se desconoce su paradero, llamada Tobías y el ángel. Además, se le fue encargada la decoración de la iglesia de Fuendetodos.

En dicho trabajo, se observó su poca experiencia, pero al mismo tiempo dejó rastros de ansias por renovar y experimentar todos aquellos conceptos artísticos que prometían la libertad, tal como se ve en sus obras a lo largo de su vida.

Tal motivo lo llevó al año siguiente a cumplir uno de sus más grandes sueños, el cual consistía en viajar a Madrid a perfeccionar su técnica y relacionarse con la corte. Por lo que viajó en diciembre de 1763 y participó en el concurso de la Academia de San Fernando, cuyos premios prometían becas para estudiar en Italia.

Nuevos proyectos

En 1764 regresó a Zaragoza tras su fracaso. Comenzó a ir a Madrid con mayor regularidad, para alojarse en el taller de Francisco Bayeu, quien tenía relación con el pintor Mengs, artista de mayor admiración en la corte de Carlos III, además, de ser el impulsor del neoclasicismo. Por ello, Goya pudo teñir su técnica con conocimientos sobre el dibujo, el color y la luz.

Seguidamente ante sus fracasos por obtener una Beca, viajó a Italia por medio de sus propios recursos, donde participó en un concurso llevado a cabo por la Academia de Parma en 1771, el cual ganó el italiano Paolo Borroni. Ese mismo año regresa a Zaragoza y abre su propio taller en el Arco de la Nao.

Aníbal Vencedor. Crédito: Museo Nacional del Prado.

El primer trabajo que recibió, fue el del cabildo Nuestra Señora del Pilar, quien le pidió una prueba al fresco y un boceto, para luego encomendarle decoración del coreto de la virgen, llamada La adoración del nombre de Dios por el que recibió 15.000 reales. Desde ese entonces lo consagraron como uno de los pintores españoles más importantes del momento.

Al año siguiente, en 1773, se casó en Madrid con la hermana de Francisco Bayeu, María Josefa Bayeu, con quien tuvo un hijo al que le pusieron el nombre de Antonio Juan Ramón Carlos. Durante esos años, realizó una obra notable durante ese periodo, Retrato del conde de Miranda del Castañar.

Residencia en la capital del reino

En 1775 Goya decide mudarse con su familia a la casa de Francisco Bayeu en Madrid hasta 1824, cuando emigra a Francia. Durante ese tiempo, gracias a las influencias de su cuñado, pudo trabajar en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.

Sus primeros encargos allí fueron realizar los cartones para tapices, que se utilizarían con fines decorativos en las habitaciones de los príncipes de Asturias, hijos de María Luisa de Parma y el próximo Carlos IV, ubicados en el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial.

Los primeros cinco entregados, fueron hecho al óleo sobre lienzo: El cazador y los perros, Cazador Cargando su Escopeta, Caza con Mochuelo y red, Perros en Traílla y La Casa del Jabalí. Estos trabajos estuvieron bajo la dirección de Bayeu. Culminó su trabajo en la fábrica de tapices en 1792, donde realiza alrededor de 73 de ellos para diversas estancias.

Este hecho le ofreció la posibilidad de alquilar una vivienda al  marqués de Campollano en 1777, gracias a que su trabajo hacia crecer  su economía. Por otro lado, a pesar de que le estaba yendo relativamente bien en su experiencia artística, estaba  experimentando los primeros síntomas de una enfermedad misteriosa que posteriormente le causaría sordera.

Consolidación del prestigio de Goya

Entre 1780 y 1790, Goya ya se había consolidado como uno de los pintores más destacados de España. Los encargos de la nobleza, de civiles y de diferentes instituciones eclesiásticas, eran cada vez más abundantes. Recibía invitaciones a cacerías y a fiestas nobles.

El fruto de su trabajo le permitió mudarse a una casa más amplia y en 1786, fue nombrado pintor del rey Carlos IV, del cual pintó varios retratos de él y de su familia. Las obras que destacan durante este periodo son, La Conducción de una Piedra, Santa Ludgarda, El niño del Carnero, El Albañil Herido, La Gallina Ciega, entre otras.

Posteriormente regresó a Madrid en 1791 para trabajar nuevamente con la Real Fábrica de Tapices, donde realizó una serie dedicada a ambientes jocosos y campestres, con el fin de decorar el despacho del rey ubicado en San Lorenzo de El Escorial.

Sin embargo, a pesar del regreso de su trabajo en Tapices, en 1972 viajó a Sevilla y a Cádiz, donde contrajo una terrible enfermedad que pudo quitarle la vida.

Para solventar este hecho, decidió cuidar de su salud en la casa  de Sebastián Martínez en Cádiz y luego en Andalucía, donde finalmente mejoró, pero la afección de el oído empeoró a tal punto de dejarlo sordo por el resto de su vida.

Goya visionario

Entre 1792 y 1799, la sordera del artista empeoró y a la vez, enriqueció su vida interior. Este desatino inesperado desató su imaginación, logrando pintar a través de observaciones que habitualmente no daban lugar a obras encargadas, debido a que en ellas no se vinculan el capricho y la invención.

Por lo que realizó una serie de 84 aguafuertes titulada Los caprichos, con los que formula una crítica ácida contra la sociedad de su época, que estaba absorbida por las supersticiones y la ignorancia. En ellas, desarrolla escenas fantásticas, violentas, de pesadillas, difíciles de interpretar, delirantes y además, realizadas con una técnica de máxima audacia para su tiempo.

El de la Rollona, de Goya. Crédito: Museo Nacional del Prado.

Estas publicaciones degustaron al Tribunal de la Inquisición, por lo que fue convocado ante ellos en 1799. Claramente el artista, a pesar de que vivía de los encargos de la nobleza y de su sueldo estatal, prefería los principios enciclopedistas de la Revolución Francesa y a los ideales que sostenían de la Libertad.

Posteriormente realizó cuadros anónimos, entre ellos religiosos que representaban un impresionante dramatismo, con el objetivo de transmitir realidades desgarradoras y absolutamente ajenas a las del mundo en el que trabajaba.

Tras el paso de los franceses

En 1808 Francisco de Goya viajó a Zaragoza por la solicitud del general José Rebolledo de Palafox, para que le contase sobre el estado de Madrid tras el paso de los franceses, a lo cual accedió a pesar de que su posición estaba entre el patriotismo y el liberalismo.

De igual forma regresó a Madrid, sin pretender dejar a un lado sus actitudes que solían traducirse como traición o colaboración con el invasor. Seguidamente juró lealtad a José Bonaparte e incluyó una de sus obras dentro de las 50 que fueron llevadas a Francia como botín de guerra.

Sin embargo, a pesar de que el invasor fuese expulsado, Goya al igual que otros españoles de la época, estaban en contra del absolutismo borbónico. Por lo que estaban de acuerdo con las medidas liberales, que tenían que ver con la exclaustración de los monjes y la eliminación de la inquisición.

La carga de los Mamelucos. Crédito: Museo Nacional del Prado.

Sobre estos temas Goya realizó varias obras, entre ellas La carga de los Mamelucos y el 3 de mayo en Madrid. Posteriormente, siguió siendo pintor de la cámara del rey cuando Fernando VII. recuperó el trono en 1814 hasta 1823.

Autoexilio

En 1823 al quedar establecido el poder de Fernando VII, las llamadas Juntas y las autoridades de la Fe, comenzaron a amenazar y a perseguir a los liberales. Por lo tanto, Goya decidió refugiarse en la casa de José Duaso y Latre, pero al año siguiente la represión había aumentado.

Por lo que planeó pedirle permiso al rey para viajar al balneario en Francia y lidiar con sus achaques, y quedarse realmente en Burdeos donde permanecían la mayoría de las personas liberales pidiendo refugio. Así vivió hasta que en 1826 viajó a Madrid para tramitar su jubilación, y a pesar de que afirmaba que no tenía ni oído ni pulso continuó trabajando hasta los últimos días de su vida.

Falleció en Burdeos el 16 de abril de 1828 cuando tenía la edad de 82 años.

Obras más representativas de Francisco de Goya

Francisco de Goya es uno de los pintores más admirados de España. Durante su larga vida y su producción, terminó siendo un paradigma de la genialidad en el arte, además de ser trasgresor de las normas que dominaban en su época.

Pasó de rechazar los cánones neoclásicos, para adentrarse a un estilo único al introducir ideas marcadas por lo grotesco que generarían en sí un precedente del romanticismo, a modo de despertar, si se quiere, para España y el resto de Europa.

Sin embargo, hay que acotar que su transitar artístico pasó desde el Rococó, en una evolución que pasaría por el neoclasicismo hasta el prerromanticismo.

La Maja Desnuda, 1798-1800

Maja Desnuda. Crédito: Museo Nacional del Prado.

La Maja desnuda es uno de los cuadros más famosos del artista. En él, se esconden varios misterios que lo hacen más atractivo; por ejemplo, expertos se han preguntado ¿Quién es la modelo y quien la encargó?, ¿en qué fecha exacta se pintó?, ¿consiste en una dama de alcurnia o de una prostituta de alto nivel?, entre otras.

Hay quienes sostienen que se trataba de la duquesa del Alba o de Cayetana en su estadía en su casa en San Lucar o tal vez de Pepita Tudó; pero de lo que si no hay duda es que no hace alusión a ninguna diosa miológica, sino a una mujer de carne y hueso.

Dicha mujer está tendida sobre las sábanas y los almohadones, donde predominan los tonos verdes y blancos. La luz coincide con la  figura de la modelo en dirección diagonal. Su cuerpo parece marmóreo y escultural; según algunos expertos, no posee vibraciones, debido a su realización meticulosa mostrado un cuerpo perfecto.

El 3 de Mayo en Madrid, 1814

El 3 de Mayo en Madrid, 1814

La obra representa las ejecuciones que se llevaron a cabo en la madrugada del 3 de mayo en Madrid. A pesar de que se realizaron 6 años después de los acontecimientos, Goya los recordaba porque tuvo una conexión directa con el suceso, principalmente porque vivía en la Puerta del Sol donde ocurrieron los hechos el 2 de mayo.

Fue allí cuando realizó varias anotaciones, por las que estaba comenzando a concebir el cuadro desde entonces. Lo que quería resaltar era las hazañas y el heroísmo del pueblo español, lo que significaba el difícil dilema que implicaba abrazar a las ideas de la ilustración y condenar los terribles excesos que se estaban presentando contra su  pueblo.

Prefirió el artista serle fiel a José Bonaparte y por patriotismo, sentimiento y  razonamiento, rechazar las vejaciones y la masacre por la que estaba pasado su pueblo. Así que optó por trasmitir en el resto de sus obras y en esta en particular, lo absurdo que era la guerra y el sufrimiento de los españoles.

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