Características de las batallas navales en la Edad Media

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Marcelo Ferrando Castro
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Durante la Edad Media se desarrollaron una serie de batallas navales en el Mediterráneo, aunque con menos frecuencia que en épocas posteriores y que al inicio del periodo buscaban, principalmente, el abordaje de las embarcaciones enemigas.

En este sentido, la guerra medieval en el mar presentaba muchas similitudes con las desarrolladas en el periodo clásico, flotas de galeras, usualmente con esclavos en los remos), que buscaban chocar o acercarse a las embarcaciones enemigas para que los marineros pudiesen luchar en cubierta.

Debido a la vulnerabilidad de este tipo de embarcaciones y la gran dificultad que presentaba su uso en aguas diferentes al Mar Mediterráneo por ser más revueltos y con mucho más viento, comenzaron a surgir barcos más grandes, apoyados en su propulsión con velas.

Las embarcaciones continuaron evolucionando hasta parecerse a grandes fortificaciones flotantes, presentando torres tanto en su proa como en la popa, aunque les hacía inestables, aunque sus victorias contra las embarcaciones más ligeras les hicieron predominar en los siguientes siglos.

La flota bizantina

La flota bizantina era famosa por su enorme superioridad en las aguas del Mediterráneo, algo crucial en su desarrollo para poder defender su capital, Constantinopla, que tenía en ese momento el puerto más importante de Europa.

Sin embargo, en el año 655 sufrieron una importante derrota a manos de los árabes, aunque pudieron salvar Constantinopla utilizando un invento secreto que sólo poseían en Bizancio: el fuego griego.

El Fuego Griego

Hace un tiempo hablamos del fuego griego, una sustancia especialmente inflamable que, al entrar en contacto con el agua, ardía, provocando la destrucción inmediata de las embarcaciones que no tenían escapatoria al verse envuelta en llamas.

fuego griego
Representación bizantina del fuego griego

Su tripulación tampoco tenía escapatoria pues, según los relatos de la época, el fuego griego continuaba ardiendo bajo el agua, lo que hacía que nadie pudiese soportar un ataque de estas características.

Las embarcaciones vikingas

Los drakkar son las emblemáticas embarcaciones vikingas con las que asolaron Europa. Consistían en embarcaciones muy ligeras, largas y estrechas, y con remos que abarcaban casi todo el casco.

Si bien no eran embarcaciones poderosas, eran extremadamente maniobrables y con ellas podían acceder a sitios que con navíos más grandes no era posible, lo que les llevó a atacar poblaciones en los ríos Sena, Támesis o Tajo.

drakkar vikingo
Drakkar vikingo

El nacimiento de las potencias italianas

Cuando tanto los árabes como Constantinopla perdieron su hegemonía en el mar entrando en declive, las ciudades italianas de Venecia, Génova y Pisa comenzaron a formar diferentes redes comerciales a través del Mediterráneo, construyendo armadas tanto para protegerse como para convertirse en potencias.

En sus inicios, las armadas lucharon contra los árabes como en las batallas de Bari y Mesina, para luego defenderse de los Normandos que habían alcanzado Sicilia.

Finalmente, el enfrentamiento se dio entre ellos en siglos posteriores, siendo especialmente famosos los enfrentamientos entre Génova y Venecia quienes se enfrentaron en cuatro ocasiones, siendo Venecia la vencedora y quien se convertiría en potencia en los siguientes siglos.

Los cañones en las embarcaciones

En la Edad Media era muy difícil situar cañones a bordo, aunque en ocasiones se encontraba alguno en algunas de las torres de las embarcaciones más grandes.

Generalmente eran pequeños cañones antipersona, pues los mayores hacían que los barcos fuesen más inestables y tanto su velocidad como precisión de fuego les hacían poco útiles.

Hacia finales de la Edad Media esto cambió con la aparición de las puertas de armas situadas en las paredes laterales de las naves.

Esto permitió que se instalasen cañones justo encima de la línea de flotación, los cuales al estar situados más abajo, permitían una gran estabilidad del barco.

A su vez, el poder tener una línea completa de cañones reducía el problema de la precisión, siendo de mucha utilidad para las batallas navales que se producirían al final de este período.

El buque más importante de este estilo lo encontramos en el Mary Rose, de Enrique VIII, su buque insignia y que contaba con 30 armas en cada uno de sus lados, con una velocidad de disparo muy superior a lo que visto hasta ese entonces.

Este tipo de embarcaciones inspiró a la armada española, que diseñó un tipo de embarcación que marcaría toda la Época Moderna: el galeón.

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