Las apuestas deportivas es uno de los fenómenos mas visibles de la revolución tecnológica y el continuo uso del teléfono móvil e Internet por parte de los usuarios.
Las casas de apuestas online que aparecen en portales como lamejorcasadeapuestas.es son hoy en día la principal fuente de este ocio. Pero la presencia de esta actividad en la sociedad no es algo exclusivo de esta época, pues la acción de apostar sobre un evento deportivo tuvo una gran trayectoria a lo largo del siglo XX, con una especial tradición en Reino Unido.
No obstante, el inicio de las apuestas deportivas no se sitúa ni en esta región ni en los últimos doscientos años. Hay que remontarse a las sociedades antiguas de Grecia y Roma para encontrar las primeras apuestas.
El origen de las casas de apuestas
Es la época en la que las ciudades empiezan a configurarse y con ello la vida en sociedad. El pueblo empieza a convivir en urbes cada vez más grandes, donde empiezan también a aparecer con fuerza corrientes de filósofos y pensadores que traen consigo una mayor cultura a esta vida social.
Cubiertas las necesidades básicas e instruidos en las letras, los ciudadanos necesitan ocio y lo encontraron en las famosas peleas de gladiadores, especialmente los romanos; a quienes, además, les gustaba realizar apuestas en estos eventos.
Esta acción de apostar no tenía distinciones y abarcaba a todas las clases sociales. Las carreras de cuádrigas, otro de los referentes del ocio romano en los siglos previos al nacimiento de Jesucristo, también eran fuente de apuestas entre la plebe.
Encontramos en esta tendencia romana y, en cierta medida también griega, los orígenes de las apuestas deportivas.
Otra época importante para conocer la historia de las apuestas deportivas se sitúa en la Edad Media. Tras la caída del Imperio Romano y las continuas disputas en Europa por el poder, las apuestas perdieron popularidad, posiblemente por las carencias de la población, y no se retomaron con fuerza hasta el año mil.
Carreras de caballos o duelos entre caballeros eran los principales atractivos de ocio para una población que empezó a apostar dinero en estos eventos.
Muchos gobiernos trataron de prohibir las apuestas, una medida que tuvo como consecuencia la clandestinidad de este ocio, pero no su eliminación.
Los siglos avanzaron y las apuestas se mantuvieron, aunque éstas ya no estaban únicamente presentes en eventos públicos. Se popularizan los juegos de cartas y las posadas se convierten en salones donde se celebraban reuniones y en las que siempre había algo en juego.
Las diferentes modalidades se convierten en una forma de ocio muy expandida entre la población, que también encuentra el aliciente de realizar una apuesta, bien sea en su partida o en la de los demás, para hacer más atractivo el momento.
Legalización de las casas de apuestas en Reino Unido
Cada vez había más juegos y las apuestas deportivas se mantuvieron hasta que experimentaron un notable crecimiento y una consolidación como interés público el siglo XIX. Las carreras de caballos tuvieron una importancia vital en este impulso.
Se popularizaron de tal manera, que el gobierno decidió legalizar las apuestas deportivas con una ley de juego en 1845, permitiendo la apertura de locales en los que la población podría realizar sus pronósticos de forma legal y contribuyendo a las arcas del Estado. Nace aquí la primera casas de apuestas.
También surgieron con fuerza las carreras de galgo, otra opción más para que los ciudadanos invirtieran su dinero. Las apuestas deportivas se consolidaron en Reino Unido como una actividad más de ocio y generaron una gran cantidad de empleo y movimientos de capital.
En Estados Unidos, este ocio se popularizó gracias a los colonos ingleses, que llevaron sus costumbres al pueblo estadounidense.
La hegemonía británica en la industria de las apuestas deportivas se mantuvo durante todo el siglo XX, con el fútbol como uno de sus principales atractivos.
En otros países europeos empezaron a instalarse establecimientos físicos como salones de juegos o casinos, donde el público podía disfrutar de una gran oferta de ocio. En España, por ejemplo, se popularizó la Quiniela.
La facturación del sector empezó a crecer y cada país tenía su producto estrella. La llegada de Internet permitió conectar estos espacios con eventos deportivos, de manera que era posible realizar apuestas deportivas de forma previa o durante el desarrollo de los partidos.
El mundo online
Estamos ya en el siglo XXI, donde la revolución tecnológica y la nueva era de las comunicaciones ha extendido este ocio de forma extraordinaria entre todo el mundo.
Hoy en día las apuestas deportivas es una tendencia global y los ingresos anuales de esta industria se cuentan por miles de millones.
Se ha pasado de los espacios físicos, aunque muchos de ellos se mantienen con una gran actividad, a los casinos online y las casas de apuestas virtuales.
El público no tiene que salir de casa para apostar, ya que puede hacerlo a través de su teléfono móvil. La oferta se ha multiplicado y las posibilidades para realizar apuestas son infinitamente mayores que las presentes hace 30 años.