Entrelazan las fuentes históricas y los hallazgos arqueológicos recientes para indagar en el mito de Huitzilopochtli

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Sobre el nacimiento del dios solar y patrono de los mexicas, Huitzilopochtli, existen numerosas versiones, mismas que con el correr de los siglos han quedado plasmadas en pictografías, documentos históricos e incluso en inmuebles, si se tiene en mente, por ejemplo, que el Templo Mayor de Tenochtitlán era igualmente una metáfora arquitectónica de dicho suceso cosmogónico.

Al dictar la conferencia virtual  ‘Noche y día en el Templo Mayor de Tenochtitlan’, organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología (INAH) y del Museo del Templo Mayor (MTM), el arqueólogo Leonardo López Luján abordó el modo en que los recientes hallazgos, hechos en el corazón de la actual Ciudad de México, complementan las narraciones orales y escritas.

“La ofrenda como una manera de expresión forma parte del mismo complejo semántico, es decir, fue creada para explicar un fenómeno trascendental como era la salida cotidiana del Sol por el oriente”.

De acuerdo con el titular del Proyecto Templo Mayor (PTM), esta particular manifestación consistía en la entrega a los dioses de seres humanos, animales, plantas u objetos sagrados a fin de obtener dones, como copiosas aguas que permitieran abundantes cosechas o resultados favorables en la guerra.

En el Mayorazgo de Nava Chávez, predio que actualmente trabaja el PTM y que se ubica en la intersección de las calles de Guatemala y Argentina, en el Centro Histórico de la capital del país, se han localizado dos excepcionales depósitos rituales alusivos al icónico dios de la guerra.

El primero de ellos, expuso, es la Ofrenda 111, descubierta en 2005, y caracterizada por la dominante presencia de un niño que debió tener cinco años de edad al momento de ser sacrificado mediante la extracción de su corazón.

Los estudios practicados al infante han permitido identificar atavíos como un anillo de madera que portaba sobre el pecho, unas alforjas de caracoles y unos cascabeles, en los tobillos; y un par de alas de gavilán, adosadas a sus hombros. Este último rasgo coincide con la representación que se hizo de Huitzilopochtli en los Primeros memoriales de fray Bernardino de Sahagún, escritos por el religioso y sus ayudantes indígenas ya durante el siglo XVI.

El segundo hallazgo mortuorio que también se ha definido como un ixiptla o personificador del dios guerrero es el esqueleto de otro individuo infantil, localizado dentro de la Ofrenda 176 en 2017.

Al igual que en el caso previo, este infante de aproximadamente nueve años al momento de su muerte, se asoció en su ofrenda con los restos óseos de un gavilán y un pectoral anular de madera.

Como rasgo peculiar, los arqueólogos reconocieron en el depósito un fémur humano que el joven individuo llevaba como cetro, mismo que tenía grabada la fecha 2 Caña en uno de sus extremos.

“Es revelador que el documento anónimo del siglo XVI, La historia de los mexicanos por sus pinturas, señala que Huitzilopochtli nació en un año 2 Caña para enfrentar a Coyolxauhqui y el resto de sus hermanos”.

Finalmente, López Luján comentó que sobre este infante de la Ofrenda 176, en la actualidad se conducen estudios de DNA para definir su sexo; de isótopos de estroncio, para ahondar en su origen, y de tafonomía con miras a inferir cómo murió.

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