Los romanos utilizaban alucinógenos según un hallazgo en Países Bajos

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Leopoldo Ágreda Lovera
Nací en Mérida, un estado andino de Venezuela pero me crié en Caracas la ciudad donde crecí, observando el Ávila y haciéndome las preguntas más importantes sobre la vida, la sociedad y el universo, rodeado de árboles y el sabor agridulce de toda gran ciudad. En el trayecto de mi vida, conocí las calles y sus gentes, las cuales me ayudaron a formarme un mejor criterio de la existencia humana y las ciencias sociales, para luego estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde me he formado como historiador y pensador social. La lectura es uno de mis grandes vínculos con el pasado y la esencia de la humanidad, ya que como dijo Descartes, leer es como tener una conversación con las grandes mentes de la historia; el ajedrez es otra de mis grandes pasiones, ya que me ha ayudado a desarrollar una mejor comprensión de la vida, que junto a la música, forman los tres pilares de mis gustos actuales. Soy familiar, amante de la naturaleza y los animales, porque en ellos ves la esencia de la filosofía y de Dios.

En numerosos lugares arqueológicos se encuentran plantas de beleño negro, las cuales crecen cerca de los asentamientos humanos, por lo que nunca se había dado con evidencia inequívoca del uso de esta planta, hasta ahora.

Se trata de un hueso que mide poco más de 7 centímetros, en el que hallaron numerosas semillas de beleño negro, las cuales estaban protegidas dentro del hueso, con un tapón de alquitrán extraído de la corteza de un abedul.

Acerca de la planta escribieron personajes como Plinio el Viejo, quien señaló su uso para enfermedades en los dientes, dolores de oído y picaduras de insecto.

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