En numerosos lugares arqueológicos se encuentran plantas de beleño negro, las cuales crecen cerca de los asentamientos humanos, por lo que nunca se había dado con evidencia inequívoca del uso de esta planta, hasta ahora.
Se trata de un hueso que mide poco más de 7 centímetros, en el que hallaron numerosas semillas de beleño negro, las cuales estaban protegidas dentro del hueso, con un tapón de alquitrán extraído de la corteza de un abedul.
Acerca de la planta escribieron personajes como Plinio el Viejo, quien señaló su uso para enfermedades en los dientes, dolores de oído y picaduras de insecto.