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Egipto es una tierra mágica llena de misterios que no solo nos sorprende por sus monumentales vestigios arquitectónicos, sino que las maneras de pensar este ancestral pueblo también son dignas de admiración, tal como sucede con el famoso Libro de los Muertos, el cual fue una guía importante para avanzar sin peligros, el viaje hacia el más allá.
Cuando un egipcio fallecía, no era en absoluto el final para esa persona. Por el contrario, su alma debía atravesar innumerables obstáculos y peligros para poder alcanzar el favor de la vida eterna, siendo el Libro de los Muertos la forma adecuada para lograrlo.
Si el difunto no contaba con este preciado material, lo más seguro es que se enfrentara a una muerte eterna, algo que llenaba de pavor a los antiguos habitantes de esta tierra.
¿Cuáles fueron los antecedentes del Libro de los Muertos?
Los rollos de papiro que apreciamos hoy de estos libros, no siempre fueron así. En realidad, los papiros son la continuación de una tradición antigua que al inicio estaba solo asociada con los faraones, y luego fueron permeando las clases altas de la sociedad, hasta que finalmente se “democratizaron”, aunque siempre fue un artículo de lujo.
Un Libro de los Muertos podía costar el equivalente a medio año de salario para un campesino, por lo que era común que el aspirante a atravesar los incontables obstáculos del inframundo, ahorrara durante buena parte de su vida para costearse este material.
Como señalamos más arriba, los faraones eran los primeros en poseer esta guía para después de la muerte y se trataba de los textos en las pirámides encontrados en las paredes del espacio fúnebre, las cuales contenían diferentes fórmulas, encantamientos o hechizos, que ayudarían al faraón llegar con sosiego al más allá.
Esta práctica podría rastrearse entre los años 2680 al 2160 a.C., aproximadamente, para luego pasar a otro tipo de guía que, paulatinamente, iría dando forma al Libro de los Muertos.
Entre 2160 al 2055 a.C. ya no es solo el faraón quien posee estos encantamientos, fórmulas y hechizos, sino que la élite egipcia comenzará a utilizarlos, ya no bajo la forma del texto de las pirámides sino en las inscripciones de los ataúdes.
Luego de estos dos antecedentes desde el 2055 al 1650 a.C., el Libro de los Muertos comienza a adquirir su forma final, no solo en cuanto a la escritura en el papiro, sino a un compendio de fórmulas, hechizos y creencias, que darían forma a los libros posteriores encontrándose algunos en época romana, como el año 395 d.C.
¿Cómo era el Libro de los Muertos?
Algunos de los papiros encontrados podían medir hasta 40 metros, en los cuales se observaban los hechizos que ayudarían al difunto a enfrentarse con criaturas monstruosas, además de poseer imágenes llamadas viñetas, que tenían una función sagrada muy importante.
En estas viñetas en donde se aprecian visualmente los encuentros con el dios Osiris del inframundo, la imagen del difunto, y las ayudas que podía obtener gracias al Libro de los Muertos.
Por otra parte, varias de las fórmulas no solo se adherían al papiro sino que se escribían en las paredes, el sarcófago e incluso en las vendas de la momia.
¿Cuáles eran los peligros que enfrentaba el difunto?
Al morir la persona, su alma era dirigida por un rio en dirección oeste a este, tal como sucede con el movimiento solar luego de que cae la noche y llega el día.
Entre las criaturas monstruosas que debían enfrentarse sobresale una serpiente gigante que, gracias a los hechizos del Libro de los Muertos el difunto podría hacer que el veneno de ésta no lo tocara, logrando vencerla y comerla antes de entrar al laberinto.
Entre los encantamientos de este libro los difuntos podían metamorfosearse en dioses o criaturas asombrosas cuando el peligro así lo requiriera.
Una vez sopesados todos estos obstáculos se llegaba al área del laberinto, en el que debía pasar varias puertas con la ayuda del libro que poseía las palabras adecuadas para entrar.
Allí se encontraría con el dios Osiris acompañado de los jueces que serían los responsables de juzgar las acciones del difunto.
Era ese el momento de realizar la no confesión, es decir, donde se recitaba la confesión de no haber actuado con maldad, no haber robado o asesinado, no llenar de cargas a sus semejante, ni haber mentido, entre otros.
Luego de escuchar esta confesión el juzgado pasaría al pesaje del corazón, que era uno de los momentos más importantes de este periplo.
Pesaje del corazón y última morada de los muertos
El corazón del difunto era colocado en uno de los pesos de una balanza mientras que en el otro, se colocaba una pluma de avestruz que simbolizaba la justicia, a la diosa Maat.
Cuando el corazón y la pluma tenía un peso equilibrado, el difunto podía estar tranquilo ya que sería aceptado en el mundo del más allá.
Por el contrario, si había desbalance entre el corazón y la pluma, el corazón sería devorado por Ammit y el desdichado pasaría una eternidad de sufrimiento.
Este pesaje del corazón era tan importante que los antiguos egipcios habían confeccionado un amuleto especial para ello.
Se trataba del escarabajo dorado que colocado en el sitio del corazón cuando se hacía la momia, evitaría que este órgano “le traicionase” por lo que el escarabajo también llevaba algunas inscripciones para este fin.
“Democratización” del libro, errores y negocio
Cuando el Libro de los Muertos no era únicamente para las clases altas de la sociedad egipcia, los escribas y sacerdotes percibieron grandes beneficios económicos de esta práctica, ya que eran estos estamentos de la sociedad los únicos que podían confeccionar este libro.
Para adquirir un Libro de los Muertos existían dos formas: la primera, era mandándolo a hacer personalizado, es decir, una persona cualquiera mandaba a hacerlo a su medida siguiendo los estándares para ello, pero teniendo libertad en elegir viñetas, en como se representarían las imágenes, etc.
La otra forma era adquiriendo un libro ya realizado al que se le incluiría el nombre del difunto, siendo esta última práctica una de las más comunes en el antiguo Egipto.
Al comprarse un libro al que solo se le añadiría el nombre del fallecido, los arqueólogos han encontrado numerosos libros inservibles, en el que la momia aparece con uno de estos documentos, pero sin la inscripción de su nombre, por lo que el alma de este desdichado terminaría en la muerte eterna.
De igual forma, se han encontrado numerosos papiros con inscripciones colosales, utilización de colores caros junto a una rica retórica y estética, lo que era sinónimo de que el portador de dicho libro era una persona cercana a la riqueza.
