Nuevas investigaciones sugieren que los antiguos egipcios no solo contemplaban la Vía Láctea, sino que podrían haberla inmortalizado en sus obras de arte funerarias. Un sorprendente descubrimiento en las decoraciones de ataúdes egipcios plantea la posibilidad de que exista una representación visual de nuestra galaxia con una antigüedad de más de 3.000 años, lo que obligaría a replantear nuestra comprensión sobre el conocimiento astronómico del Antiguo Egipto.
El hallazgo parte del análisis minucioso de Dr. Or Graur, astrofísico del Instituto de Cosmología y Gravitación de la Universidad de Portsmouth, quien examinó una extensa colección de elementos funerarios, especialmente viñetas cosmológicas de los ataúdes pertenecientes a las Dinastías XXI y XXII. Su estudio, publicado en el Journal of Astronomical History and Heritage, ofrece nuevas interpretaciones sobre la diosa del cielo Nut y el posible reflejo visual de la Vía Láctea en el arte funerario egipcio.
Uno de los descubrimientos más impactantes proviene del ataúd exterior de una mujer llamada Nesitaudjatakhet. En él, Dr. Graur identificó una curva negra gruesa y ondulante que atraviesa el cuerpo estrellado de la diosa Nut. Según él, esta forma recuerda notablemente a la Grieta de la Vía Láctea, esa franja oscura que divide la galaxia y que puede observarse desde la Tierra en noches despejadas. Es la primera vez que se sugiere, con evidencia visual de este tipo, que los antiguos egipcios pudieron representar esta característica celeste con tanto detalle.
“La curva ondulante del ataúd de Nesitaudjatakhet sugiere un reconocimiento visual de la estructura de la Vía Láctea, en particular de la Grieta Oscura”, explica el Dr. Graur. “Esto desafía la creencia de que la relación entre Nut y la Vía Láctea era solo simbólica o textual”.
Además, Graur encuentra paralelismos entre esta representación egipcia y las tradiciones iconográficas de culturas como los navajos, hopis y zunis, que también muestran formas similares aludiendo a la Vía Láctea. Hallazgos comparables en el techo astronómico de la tumba de Seti I (KV 17) y otras tumbas reales posteriores refuerzan la interpretación. Estas pruebas también reavivan el debate sobre el término egipcio antiguo «Winding Waterway» (Canal Serpenteante), que podría haber sido el nombre original para la Vía Láctea.

No obstante, Graur también señala un matiz importante: la curva ondulante aparece en solo uno de los 118 ejemplos de viñetas cosmológicas estudiadas. Esto sugiere que, aunque la Vía Láctea podía asociarse con Nut como personificación del cielo, no se la consideraba idéntica a ella. Era, probablemente, uno de los muchos elementos celestiales que decoraban su cuerpo, como el sol o las estrellas.
Otra observación destacada del estudio es la escasa presencia de estrellas en el cuerpo de Nut en estas viñetas: solo una cuarta parte de las representaciones muestran a la diosa cubierta de estrellas. Graur propone que durante las Dinastías XXI y XXII pudo haber existido una preferencia por representar el cielo diurno en lugar del nocturno. Esta hipótesis abre nuevas líneas de investigación en papiros funerarios y retratos completos de Nut para evaluar si esta tendencia se mantuvo a lo largo del tiempo.
El estudio también traza la evolución de la imagen de Nut en los ataúdes, desde el Reino Nuevo hasta el Periodo Romano. Según Graur, la viñeta cosmológica fue originalmente una continuación de representaciones monumentales, pero más adelante se fusionó con retratos completos de la diosa, consolidando su papel dual como símbolo cósmico y figura esotérica ligada al más allá.
Finalmente, el Dr. Graur destaca la importancia de digitalizar los catálogos de museos y facilitar el acceso público a estos recursos. Señala la trágica pérdida del acervo del Museo Nacional de Río de Janeiro como un recordatorio urgente de la necesidad de proteger y compartir el patrimonio cultural.
Este estudio aporta una nueva perspectiva a la cosmología egipcia antigua, con evidencia visual que sugiere una comprensión temprana de la estructura galáctica y, al mismo tiempo, enriquece nuestra visión de la compleja relación entre la diosa Nut y los cuerpos celestes que adornaban el firmamento egipcio.