La peculiar estructura de las patas delanteras del Tyrannosaurus Rex ha representado un gran desafío para los investigadores desde su descubrimiento.
La Sociedad de Paleontología de Vertebrados se encargó de examinar el asunto y ahora asegura haber resuelto el enigma. Para arrojar luz sobre la anatomía de los tiranosaurios, los paleontólogos estudiaron los cuerpos de sus descendientes lejanos y muy distantes entre sí: aligátores y pavos.
Según su hipótesis, el carnívoro podía hacer girar sus extremidades hacia adentro y las utiliza para aprisionar contra sí a sus presas.
En efecto, el “arma” más potente del animal prehistórico eran sus mandíbulas como se ha comentado, así que podría utilizar las extremidades superiores para poder agarrar y sujetar a sus presas y poder morderlas.
Entre otras teorías presentadas anteriormente por los científicos, algunas presuponían que los carnívoros utilizaban las garras para atacar a sus presas y enemigos. Otros estudiosos sugerían que en realidad las minúsculas extremidades superiores no tenían ninguna función relevante.