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Mérida esgrime «evidencias arqueológicas» de la datación romana de su acueducto frente a la tesis visigótica

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Acueducto romano de Mérida. Crédito: F. Barroso
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Mérida constituye un referente de máxima categoría del legado de la antigua Hispania romana tanto en el plano histórico como en el arquitectónico.

El notorio porte de los vestigios de la que fuera capital de la provincia romana de Lusitania no deja lugar a dudas respecto a la envergadura y monumentalidad alcanzada por esta ciudad fundada por el emperador Octavio Augusto en el año 25 previo a la era actual, tras la finalización de sus guerras contra los cántabros.

Así queda de relieve, por ejemplo, en su espectacular teatro, con capacidad para unos 6.000 espectadores y cuyo frente de escena con dos cuerpos de columnas reflejan el esplendor del que habría gozado Augusta Emerita.

El antiguo circo, cuyo graderío habría podido acoger a unas 30.000 personas alzándose como uno de los recintos de este tipo de mayor importancia en la Roma imperial, da también buena muestra de la alta significación de la capital de Lusitania.

Lo mismo sucede con los restos del Templo de Diana, que con sus imponentes columnas de ocho metros de altura habría coronado el foro de la ciudad, siendo dedicado al culto a Roma y al emperador pese a su atribución a la diosa de la caza allá en el siglo XVII.

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Templo de Diana en Mérida. Crédito: F. Barroso Vargas.

Es por ello que a la hora de declarar como Patrimonio Mundial el conjunto arqueológico de la antigua Augusta Emerita, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés) reconocía el valor excepcional del mismo como “excelente ejemplo de lo que fue la capital de una provincia romana en época imperial”.

Este relato sobre la magnificencia de la capital de la Lusitania sufría no obstante algunas turbulencias en noviembre de 2019, no mucho antes del punto de inflexión marcado por la irrupción de la pandemia de coronavirus Covid-19.

La datación del acueducto de Los Milagros

En concreto, la prensa nacional se hacía entonces eco de las tesis del ingeniero de Obras Públicas, geógrafo e historiador Isaac Moreno Gallo y del ingeniero de Caminos y exprofesor de Historia de la Ingeniería Civil Manuel Durán, según las cuales el acueducto emeritense de Los Milagros, de unos diez kilómetros de recorrido y del que destaca una portentosa arquería de hasta 25 metros de altura que cruza el valle del río Albarregas, habría sido levantado en época tardoantigua o visigoda y no en el siglo I de la era común.

Para ello, estos investigadores esgrimían principalmente dos análisis de laboratorio de materiales de esta infraestructura realizados en España y Alemania, cuyo resultado situaría la construcción de la misma entre los siglos IV y VI de la era actual.

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Acueducto romano. Crédito: F. Barroso Vargas.

El impacto mediático de la tesis de Isaac Moreno Gallo y Manuel Durán motivó aquel mes de noviembre de 2019 la reacción inmediata del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, creado por las administraciones públicas en 1996 para la gestión y conservación del rico patrimonio histórico de la capital extremeña, en defensa de la datación romana del acueducto de Los Milagros.

Pero los gestos del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida acerca del asunto no se han limitado al plano de los medios de comunicación, como queda de relieve en un artículo que firman la arqueóloga de dicha entidad Rocío Ayerbe y el director de la misma, Félix Palma, en el número de la revista del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas emitido en diciembre de 2020.

En dicho artículo, titulado ‘El acueducto de Los Milagros de Mérida. Fundamentos arqueológicos para su datación’, Rocío Ayerbe y Félix Palma describen pormenorizadamente esta obra de ingeniería civil, dando cuenta de la “constancia” de que la antigua Augusta Emerita disponía de “cuatro conducciones hidráulicas”, una de ellas la de Proserpina-Los Milagros, pero todas “construidas en la etapa romana altoimperial, más concretamente a lo largo del siglo I d.C.”.

Pruebas «a un solo ladrillo»

Estos responsables del Consorcio de la Ciudad Monumental no dudan en aludir directamente a la tesis planteada por los ingenieros Isaac Moreno Gallo y Manuel Durán sobre una “posible cronología tardoantigua” del acueducto, amparándose en “las técnicas constructivas” y “las pruebas de termoluminiscencia aplicadas a un solo ladrillo que sugieren una cronología para el mismo del año 290 con un margen de 106 años” previos o posteriores a dicha fecha, con lo que “el arco cronológico que plantean” oscilaría entre los años 184 y 396 siempre de la era común.

Recordando que los análisis realizados en el acueducto de Los Milagros han probado que “toda la fábrica de las arquerías responde a una única etapa” constructiva, “siendo toda la obra homogénea y coetánea salvo una restauración histórica en uno de los pilares”, Rocío Ayerbe y Félix Palma advierten de que los resultados del “buen número de intervenciones arqueológicas” acometidas en distintos tramos del acueducto “demuestran fehacientemente su cronología altoimperial e incluso han permitido fijar la fecha de su construcción entre mediados y finales de la primera centuria”.

Más al detalle, exponen que en una excavación acometida en un tramo de unos 250 metros de conducción fueron descubiertos en el relleno de la zanja de cimentación “tres fragmentos de un recipiente de Terra Sigillata hispánica de época Flavia”, es decir de la segunda mitad del siglo I; siendo detectado además “un nivel de tierra que amortizaba el nivel del canal, en el que aparecieron cinco monedas” datadas entre los años “337 y 354 d.C.”, extremo este último tomado en cuenta respecto al “final del uso de esta estructura hidráulica”.

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Detalle del acueducto romano de Mérida. Crédito: F. Barroso Vargas

Esta intervención arqueológica, en resumen, “situaba la construcción de la conducción en época Flavia y su abandono a partir de mediados del siglo IV”, según argumentan los responsables del Consorcio Ciudad Monumental de Mérida.

Más argumentos

Agregando el hallazgo de más fragmentos de Terra Sigillata de época Flavia en otra excavación distinta en “otro tramo subterráneo de la conducción”, estos expertos prestan especial atención a una intervención arqueológica cuyos resultados reflejan que a la hora de acometer la construcción de un recinto funerario o “mausoleo” datado en el siglo II de la era actual por sus materiales cerámicos, el proyecto “hubo de adaptar su planta a la existencia de dos pilares del acueducto”.

“Ese es un argumento fundamental que plantea la anterioridad del acueducto con respecto al mausoleo, fechado en el siglo II”, abundan Rocío Ayerbe y Félix Palma, rematando su argumentación con la idea de que las técnicas constructivas usadas en el acueducto de Los Milagros “parecen ir en consonancia con una clara cronología altoimperial” y, de hecho, “se documentan soluciones técnicas similares en las cuatro conducciones romanas emeritenses”.

En otro plano, estos expertos indican que la mayor parte del agua de estas conducciones estaba destinada a los edificios públicos de la urbe y ya respecto a la primera mitad del siglo V, “se observa cómo la ciudad se ha transformado profundamente”, con “el paulatino abandono” de tales edificios.

En ese sentido, concluyen que además de las “indudables pruebas y evidencias arqueológicas que confirman la cronología altoimperial del acueducto”, pesan “argumentos históricos para desechar la cronología tardoantigua”.

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