El mito de Urano
Dice Hesíodo que Gea parió a un ser de igual extensión que ella, Urano, para que la cubriese por completo y fuera morada segura y eterna para los bienaventurados Dioses.
Luego lo hizo su esposo, formando así la Primera Dinastía Divina. De esta unión nacieron los doce Titanes (Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Japeto, Cronos, Tetis, Teya, Temis, Mnemosine, Febe y Rea); los tres Cíclopes (gigantes con un solo ojo redondo en medio de la frente, eran Brontes, Astéropes y Arges -manifestaciones del trueno, el relámpago y el rayo-) y los tres Hecatonquiros (gigantes con cincuenta cabezas y cien brazos: Briareo, Coto y Gías).
Sabía Urano que iba a ser destronado por uno de sus hijos, por lo que, en cuanto nacían eran arrojados al abismo.
Cansada Gea de esta situación, planificó con uno de los Titanes, Cronos, castrar al padre, cosa que hizo y al arrojar los órganos sexuales al mar, de la espuma marina, nació Afrodita, mientras que las gotas de sangre se convirtieron en las Erinias o Furias, los Gigantes y en Ninfas (las Melias).
A partir de aquí, Urano pasa a un segundo lugar, con el don de predecir el futuro.