La historia de los últimos años de vida de Maximiliano I, Emperador de México, se confunde con la historia del Segundo Imperio Mexicano, período de la historia mexicana en que por segunda vez se coloca a un monarca al frente del gobierno, pero a su vez por primera vez, este monarca provenía de un origen europeo.
Maximiliano I de México provenía de la casa real europea de Habsburgo, llegando al reinado del Segundo Imperio Mexicano cuando los conservadores de México y Napoleón III, le ofrecieron regentar este territorio, siendo este país latinoamericano el último lugar que vería en vida el último emperador mexicano.
Vida de Maximiliano I
Maximiliano de Habsburgo nació en el Palacio de Schonbrunn, muy cerca de Viena, el día 6 de julio de 1832, siendo el segundo hijo (luego de Francisco José) de la pareja real conformada por Francisco Carlos de Austria y Sofía de Baviera y siendo su nombre completo Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena.
Al ser miembro de la familia real austríaca, Maximiliano estaría destinado a una formación educativa de primer nivel en donde aprendería varios idiomas y oficios, además de cuestiones militares y de Estado junto a su hermano mayor Francisco José, quien se convertiría en el emperador del imperio cuando Maximiliano contaba con 18 años.
Los juicios sobre su temperamento no quedan muy claros, debido a que algunos aseguran que no sobresalía en absoluto al lado de su hermano, mientras que otros aseguran que podía opacar la figura de este.
Lo que si se conoce es que, al parecer, su madre le estimaba en mayor medida que a sus otros hijos, diciendo que era el más cariñoso de sus hijos y el que poseía un carácter más sensible y el más soñador.
Durante su infancia y juventud, Maximiliano se enfrascaría en varias aficiones, destacándose su interés por coleccionar cosas de diferentes culturas además de la botánica, donde el jardín del palacio austríaco jugó un papel fundamental.
En 1850 comenzaría su carrera en la marina, siendo enviado a Trieste y luego embarcándose rumbo a Grecia. En estos viajes marinos conocería a una mujer de la que se enamoró, la princesa de Portugal María Amelia de Braganza, que moriría a causa de la tuberculosis.
Maximiliano I, Virrey de Lombardía y Veneto
Los reinos austríacos-italianos necesitaban un nuevo monarca que regentara estos territorios, fue así como en 1857, mismo año en que el futuro emperador mexicano contraería nupcias con Carlota de Bélgica, fue nombrado por Francisco José virrey de Lombardía y Veneto.
Desde su llegada, la población italiana se presentaba esquiva ante los nuevos gobernantes Habsburgo.
No importó que Maximiliano intentara mejorar la situación de la población ni que Carlota buscara miles de acercamientos por numerosas vías, los sentimientos anti austríacos estaban muy arraigados en la población.
A pesar del poder que debería ejercer un virrey en su territorio, la verdadera fuerza política de Lombardía y Veneto recaía en los ejércitos y en las decisiones de Francisco José, por lo que Maximiliano se sentía atado y con poca influencia.
En 1859 se suscitaron numerosas revueltas en la población entre las fuerzas austríacas y la población italiana, disturbios que acabarían con la abdicación de Maximiliano de Habsburgo, que sería oficial el 10 de abril de 1859, poniendo fin a este virreinato y dándole a Maximiliano la oportunidad de volver a la vida privada.
Maximiliano de Habsburgo es considerado para regentar el Segundo Imperio Mexicano
Cuando México se hizo independiente, su primera organización administrativa fue bajo la forma de un imperio, en el conocido como Primer Imperio Mexicano, que terminaría rápidamente cuando el General Santa Anna y otros generales prominentes de la independencia se alzaron contra Agustín I.
La historia de México estuvo marcada durante estas décadas por la inestabilidad política y por las relaciones tensas con las potencias, incluyendo sus vecinos del norte, los Estados Unidos de América.
En México, en las últimas décadas antes de la llegada del matrimonio de la casa Habsburgo, la inestabilidad política había fluctuado del imperio a la república federal, luego pasó a la república centralista, se regresa al sistema federal pero se cae en la guerra civil, se incurre en guerra contra Estados Unidos y se pasa incluso por una intervención francesa conocida como la Guerra de los Pasteles.
Además de esto, los problemas religiosos se estaban haciendo importantes ya que Benito Juárez, presidente de México, había tocado los privilegios eclesiásticos, lo que haría a los conservadores mexicanos buscar una solución diferente a todos estos conflictos, siendo la figura del imperio y una monarquía una salida a tanta inestabilidad.
Fue así como varios intereses se unen para traer a Maximiliano y Carlota al frente del Segundo Imperio Mexicano.
Las conversaciones comenzarían entre varios miembros conservadores de México, personajes de la casa Habsburgo y funcionarios reales franceses de Napoleón III, donde al final, la decisión sería tomada entre los dos hermanos Habsburgo, Francisco José y Maximiliano.
Maximiliano I, Emperador de México
Maximiliano de Habsburgo recibiría de Francia, Bélgica y Austria, apoyo militar para regentar en México, ya que el Segundo Imperio Mexicano nacía luego de la intervención militar francesa producida por la falta de pago a la deuda externa, la que Benito Juárez, en calidad de presidente, tuvo que verse en la obligación de dejar de cancelar luego de que el país terminara la guerra civil, conocida como la Guerra de Reforma.
Una condición colocaría a los representantes mexicanos el futuro emperador, quería saber si realmente la totalidad de la población mexicana deseaba que él, miembro de la casa Habsburgo, extranjero y futuro emperador, los regentara.
Siendo la respuesta de los conservadores mexicanos afirmativa, Maximiliano tendría más facilidad para aceptar la propuesta.
El 10 de abril de 1864, Maximiliano de Habsburgo anunciaba desde su castillo de Miramar que aceptaría el trono mexicano, embarcándose rumbo a Veracruz donde llegaría el 28 de mayo de 1868, siendo recibidos con frialdad debido a que Veracruz se encontraba bajo una epidemia.
No obstante, mientras más se acercaban a Ciudad de México más calurosa se hacía la bienvenida.
Se cuenta que desde el primer momento, Maximiliano quedó cautivado profundamente por la belleza e imponencia de los paisajes mexicanos, la hermosura de los atardeceres y amaneceres, la grandeza de las montañas, las ruinas del pasado precolombino y la calidez de la gente.
Cada una de estas cosas llamaba profundamente su atención, haciéndole sentirse cada vez más mexicano.
La llegada a Ciudad de México sería el día 12 de junio de 1868, donde serían recibidos en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y el destino de la pareja real debía ser el Palacio Nacional.
Sin embargo, este palacio no cubriría las expectativas de una casa real por parte de la pareja, siendo el Castillo de Chapultepec el encargado de recibir la pareja real.
Una vez instalados allí, Maximiliano I de México dejaría a la capital mexicana un monumento arquitectónico que aún puede visitarse hoy, el Paseo de la Reforma, que en ese entonces era el Paseo de la Emperatriz.
Problemas políticos en un país políticamente deteriorado
Era muy difícil si no imposible creer que la figura de Maximiliano I pudiese acabar con los problemas políticos mexicanos, que tardaría muchas décadas en estabilizarse.
Por el contrario, la figura de Maximiliano I estaría unida a varios problemas políticos que fueron mermando el apoyo tanto nacional como internacional de su gobierno.
Para entender un poco el fracaso de Maximiliano I y el Segundo Imperio Mexicano, podríamos remontarnos a un clásico de la política y la diplomacia, el tratado escrito por aquel grande de Florencia, Nicolás Maquiavelo, “El Príncipe”.
En aquel tratado, que continúa influenciando los destinos de la política moderna, Maquiavelo señala que ningún estado deberá sostenerse en armas extranjeras, armas mercenarias. Que para acabar con las relaciones de quienes colocaron al Príncipe en su posición, primero hay que hacerse fuerte y que además deberá contarse con el apoyo, amor y temor de la gente.
En el estudio del gobierno de Maximiliano I de México, todas estas características son ignoradas por las acciones del emperador, siendo la receta perfecta del desastre.
En primer lugar, las fuerzas con las que contaba Benito Juárez fueron cada vez más fuertes y lograron victorias más significativas, a pesar de no contar con la capital ni con buena parte del territorio.
En segundo lugar, el único ejército que realmente sostenía al Segundo Imperio Mexicano eran las tropas francesas, que realmente respondían a los intereses expansionistas e imperialistas de Napoleón III, quien buscaba ejercer presión a los Estados Unidos que en ese momento estaban enfrascados en su Guerra de Secesión.
En tercer lugar, la iglesia y los conservadores mexicanos se sintieron traicionados por las ideas y la imposición de políticas liberales por parte de Maximiliano I, retirándole el apoyo y dejándolo cada vez más solo y aislado en la influencia política del poder.
El final de Maximiliano I.
Para el año 1866, el apoyo militar y financiero francés había llegado a su fin, dejando a Maximiliano I solo con militares mexicanos, los soldados belgas de su suegro y la escolta militar austríaca de su hermano.
En este año, su esposa Carlota de Bélgica comenzaría una gira por varios países europeos en busca de apoyo a su marido, recibiendo negativas por parte de todos los gobernantes que recibió, terminando con el diagnóstico fatídico de su enfermedad mental que le acompañaría hasta el final de su vida.
Por su parte, Maximiliano I debía hacer frente solo a la situación, donde los militares de Juárez, el General Porfirio Díaz y el pueblo mexicano, luchaban contra las huestes invasoras ganando cada vez más territorios.
El asedio de los mexicanos comenzaría en marzo de 1867, dejando a Maximiliano I aislado y sin ninguna influencia, solo con sus soldados. Poco a poco, la fuerza de los mexicanos que acompañaban a Juárez se hizo más fuerte y eventualmente, Maximiliano I sería capturado el 15 de mayo de 1867.
Una vez capturado el emperador, sería destinado a un juicio que determinaría su muerte por fusilamiento. Varias personalidades del mundo político y de la cultura pedirían al presidente Juárez el perdón a Maximiliano de Habsburgo, haciendo oídos sordos y dejando que la justicia se encargara del asunto.
El 19 de junio de 1867 sería fusilado Maximiliano de Habsburgo, dejando unas últimas palabras que señalaban su cariño y amor por México: «¡Que mi sangre sellé las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México! ¡Viva la Independencia!«.
Esta bien me parece una historia muy real que cualquier persona que la lea aprenderá mucho de la política mexicana