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La Lista Real Sumeria, qué es y características

by Leopoldo Ágreda Lovera
27 diciembre, 2023 - Updated on 28 octubre, 2025
in Antigua
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que es lita real sumeria caracteristicas

Prisma de Weld-Blundell, la Lista Real Sumeria. Crédito: Creative Commons

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La Lista Real Sumeria representa uno de los documentos más fascinantes de la antigüedad, un texto que oscila deliberadamente entre la mitología y la historia, entre lo divino y lo terrenal. No es simplemente un registro de reyes, sino una declaración teológica disfrazada de crónica política: una narrativa que vincula el poder humano con la voluntad de los dioses, que justifica por qué ciertos hombres gobernaban y otras ciudades dominaban. Para comprender verdaderamente la historia de Sumeria, es esencial remontarse a las fuentes más antiguas, y la Lista Real Sumeria constituye, precisamente, una de las más importantes.

Este documento ha cautivado a historiadores y arqueólogos durante más de un siglo porque plantea preguntas fundamentales: ¿dónde termina la mitología y comienza la historia? ¿Cómo puede un documento mezclar reinados de decenas de miles de años con reinados de algunos años? ¿Por qué ciertas ciudades son recordadas mientras otras se olvidan deliberadamente? Las respuestas a estas preguntas no son simples, pero el documento mismo cuenta una historia extraordinaria sobre cómo una civilización antigua entendía su propio pasado.

La Lista Real Sumeria es un documento cuneiforme que registra la sucesión de reyes y dinastías en Sumeria desde tiempos legendarios hasta aproximadamente 1827 a.C. El documento mezcla patriarcas míticos con referencias a reyes históricos verificables, dividiendo la historia en un período antediluviano (antes del Gran Diluvio) y otro postdiluviano. Su propósito principal no era simplemente registrar historia sino legitimizar el poder político: mostrar que cada rey era parte de una línea continua que venía de los dioses. La lista ha inspirado interpretaciones en otras culturas, incluyendo la Biblia hebrea, que parece reflejar estructuras genealógicas similares. Lo revolucionario de este documento es que nos permite ver no solo qué creían los sumerios sobre su historia, sino cómo la política y la religión se entrelazaban para crear narrativas de poder.

¿Quieres entender cómo los antiguos sumerios legitimaban su poder político mediante la mitología y el registro histórico? A continuación desarrollamos el análisis completo de este documento extraordinario, desde sus orígenes legendarios hasta su impacto en civilizaciones posteriores, explorando qué es verificable históricamente y qué pertenece al ámbito de la creencia religiosa.


Índice:

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  • Fuentes y hallazgos arqueológicos: cómo conocemos la Lista Real Sumeria
  • ¿Por qué se escribió la Lista Real Sumeria?
  • Los patriarcas antediluvianos: la mitología como legitimación divina
    • Entendiendo los números imposibles
    • Las ciudades que se disputaban el poder
  • El diluvio: el punto de quiebre cósmico y político
  • Ziusudra: el «Noé» sumerio y el último patriarca antediluviano
  • Los reyes postdiluvianos: la transición de la mitología a la historia
  • El período histórico temprano: de la Primera Dinastía de Uruk hacia los reyes verificables
  • Las dinastías en conflicto: Kish, Uruk, Ur y la fragmentación del poder sumerio
  • El ascenso de los semitas: Sargón I y el fin de la supremacía sumeria
  • Las últimas dinastías: Isin, Larsa y el cierre de la Lista Real Sumeria
  • Problemas cronológicos: reconciliando los números imposibles con la realidad histórica
  • La influencia de la Lista Real Sumeria en la tradición bíblica
  • La Lista Real Sumeria como documento histórico y político
  • Fuentes bibliográficas
  • Explora más en Red Historia

Fuentes y hallazgos arqueológicos: cómo conocemos la Lista Real Sumeria

Antes de analizar el contenido de la Lista Real Sumeria, es crucial comprender de dónde viene este documento, cómo fue descubierto y qué versiones han llegado hasta nosotros. A diferencia de un único texto antiguo bien preservado, la Lista Real Sumeria existe en múltiples versiones, cada una encontrada en contextos arqueológicos diferentes, cada una con variaciones menores pero significativas.

La versión más célebre es la llamada Lista Weld Blundel, nombrada así por su descubridor, el arqueólogo británico Herbert Weld Blundel, quien la halló en 1922. Esta lista está grabada en una prisma de piedra caliza (un objeto cilíndrico inscrito) que actualmente se encuentra en el Museo Ashmolean de la Universidad de Oxford. La prisma Weld Blundel data del período babilónico antiguo, aproximadamente del siglo XVII a.C., lo que significa que fue inscrita miles de años después de los eventos que describe. Esta distancia temporal es importante: el escriba que grabó esta lista no estaba registrando información contemporánea sino, en cambio, copiando y preservando una tradición antigua que había sido transmitida durante siglos.

Otra versión extremadamente importante es el Prisma de Nippur, descubierto en excavaciones en la antigua ciudad de Nippur. Este prisma, también de piedra caliza con inscripciones cuneiformes, proporciona información complementaria y, en algunos casos, divergente de la Lista Weld Blundel. El Prisma de Nippur es notable porque contiene solo ocho patriarcas antediluvianos en lugar de diez, una diferencia que ha generado debates académicos sobre cuál era la versión «original» o más autorizada.

También existe el Prisma de Babilonia, fragmentos de texto hallados en Babilonia que proporcionan otra versión de la lista. Además, pequeños fragmentos de la Lista Real Sumeria aparecen en otros documentos cuneiformes encontrados en diferentes sitios excavados. Lo notable es que, a pesar de las diferencias en números específicos y en la cantidad de patriarcas incluidos, la estructura fundamental de todas estas versiones es idéntica: comienzan con patriarcas legendarios con vidas imposiblemente largas, describen un diluvio catastrófico, y luego continúan con reyes postdiluvianos cuya cronología se vuelve gradualmente más realista.

La reconstrucción del texto completo es un trabajo de arqueología textual: los estudiosos comparan todas las versiones disponibles, identifican dónde coinciden y dónde divergen, y tratan de reconstruir la tradición original de la que todos estos documentos derivaron. Este proceso no es diferente del trabajo realizado en textos bíblicos antiguos o en clásicos griegos: cuando no tenemos el original, debemos trabajar con las copias que han sobrevivido.

Un aspecto crucial para los historiadores es distinguir entre qué parte de la Lista Real Sumeria puede ser verificada arqueológicamente y qué parte pertenece claramente a la mitología. Los arqueólogos utilizan múltiples líneas de evidencia: excavaciones que buscan evidencia de palacios reales específicos, inscripciones contemporáneas de reyes particulares, artefactos datados mediante radiocarbono, capas de sedimento arqueológico que muestran la ocupación sucesiva de ciudades. Cuando estos hallazgos coinciden con nombres en la Lista Real Sumeria, podemos estar relativamente seguros de que se refieren a personas históricas reales. Cuando no hay coincidencia, entonces debemos clasificar esa información como legendaria o mitológica.


¿Por qué se escribió la Lista Real Sumeria?

rey gilgamesh
Gilgamesh. Crédito: Dominio Público.

La pregunta fundamental que los historiadores se han planteado durante décadas es: ¿cuál era el propósito de crear este documento que mezclaba conscientemente la mitología con la historia?

A diferencia de historiadores posteriores como Heródoto, que escribía los hechos pasados para perpetuar la memoria de eventos reales, los sumerios parecen haber escrito la Lista Real Sumeria con un propósito político muy específico: legitimizar los gobiernos de ciertos reyes y la hegemonía de determinadas ciudades mediante su conexión con tiempos antediluvianos y, más fundamentalmente, con los dioses.

Uno de los posibles responsables de iniciar las listas reales fue el rey de Uruk, Utu Hegal, quien probablemente buscaba, a través de la creación de este instrumento, relacionar su llegada al poder con los antiguos reyes y las grandes ciudades sumerias del pasado que lo unieran legítimamente con los dioses.

En otras palabras, si Utu Hegal podía demostrar que era parte de una línea de sucesión ininterrumpida que remontaba a los mismos tiempos en que la realeza «bajó del cielo» desde los dioses, su autoridad para gobernar se volvía incuestionable. No era simplemente un hombre que había conquistado el poder; era el heredero de una tradición divina.

Un punto favorable que respalda la teoría de la legitimación del poder es el hecho de que la lista muestra preferencia a varias ciudades como Uruk, Kish y Ur, mientras que ignora deliberadamente ciudades importantes como Lagash o Umma, omitiendo también reyes fundamentales como Meslim, rey de Kish alrededor del 2500 a.C., quien junto con Gilgamesh fue el gobernante más importante de su época.

Esta omisión no es accidental: si Lagash o Meslim hubieran sido incluidos prominentemente, habrían rivalizado con las ciudades que el compilador de la lista buscaba glorificar. La lista, entonces, no era un registro neutral de todos los reyes, sino una narrativa política que priorizaba ciertos reinos sobre otros.

Esta mecánica de la «historia selectiva» es particularmente sofisticada porque no niega la existencia de otros reyes o ciudades; simplemente les otorga menor prominencia o los omite completamente. Era, en esencia, una forma de reescribir el pasado para servir propósitos políticos presentes: una práctica que la historia ha visto repetida innumerables veces, desde Orwell hasta regímenes modernos que reescriben libros de texto.


Los patriarcas antediluvianos: la mitología como legitimación divina

Se llaman antediluvianos los primeros gobernantes registrados en la Lista Real Sumeria porque fueron, según la tradición sumeria, los primeros reyes que gobernaron antes del Gran Diluvio, un evento catastrófico que significó un cambio importante en la sucesión de reyes y la importancia de las ciudades. Estos patriarcas representan el pico más extremo de la mezcla entre mitología e historia que caracteriza a toda la lista.

Una de las listas más conocidas y mejor preservadas es la llamada Weld Blundel, nombrada así por su descubridor Herbert Weld Blundel, quien la encontró en el año 1922. En esta lista se percibe claramente la justificación teológica del gobierno terrenal cuando declara que «la realeza bajó del cielo» y se asentó en Eridu, iniciándose de esta forma el gobierno de los diez primeros patriarcas, aunque en algunas versiones alternativas solo aparezcan ocho. Esta declaración es absolutamente crucial: la realeza no surgió de la conquista humana, no fue producto de la fortaleza o inteligencia de hombres particulares, sino que fue un regalo directo de los dioses. Por lo tanto, aquellos que gobernaban en épocas posteriores no estaban usurpando autoridad sino recibiendo una responsabilidad divina que había sido transmitida a través de los tiempos.

A continuación presentamos la lista de estos patriarcas junto con el número de años que, según la tradición, gobernaron:

Los Diez Patriarcas Antediluvianos de la Lista Real Sumeria: Reyes legendarios que, según la tradición sumeria, gobernaron antes del Gran Diluvio. Los números representan años de gobierno que, aunque imposibles por estándares humanos, reflejan la importancia teológica de estos reyes como gobernantes ordenados por los dioses.

Patriarca Años de Gobierno Significado Teológico y Datos Históricos
Alulim 28.800 Primer rey según la Lista Real Sumeria. Representa la conexión divina inicial cuando «la realeza bajó del cielo» y se asentó en Eridu. Gobernó la ciudad de Eridu, considerada la «primera ciudad» en la tradición sumeria. Su número es múltiplo del sagrado 3.600, sugiriendo cálculos cosmológicos específicos.
Alalngar 36.000 Segundo patriarca. Continuó la línea divina establecida por Alulim. También reinó en Eridu. Su número (36.000) es el más grande de todos los patriarcas, enfatizando la vasta antigüedad de su autoridad. Poco se conoce de sus acciones específicas en la tradición mitológica.
Enmenluana 43.200 Tercer patriarca. Gobernó en Badtibira. Su número de 43.200 años representa el apogeo del poder antediluviano en el registro escrito. Este es el número más alto entre todos los patriarcas, enfatizando la grandeza de su era. Marca la transición del poder de Eridu a Badtibira.
Enmengalana 28.800 Cuarto patriarca. Continuó el reinado en Badtibira bajo la dinastía post-Enmenluana. Su número (28.800) es idéntico al de Alulim, sugiriendo un patrón numérico deliberado. Se le atribuye el mantenimiento del orden cósmico establecido por sus predecesores.
Dumuzid 36.000 Quinto patriarca. Gobernó en Badtibira. Es notable porque Dumuzid (también conocido como Tammuz) es un dios en la mitología sumeria posterior, lo que sugiere que algunos «patriarcas» pueden representar deidades o figuras semidivinas. Su conexión con la fertilidad y el ciclo de muerte-resurrección lo vincula con rituales agrícolas sumerios.
Emsipaziana 28.800 Sexto patriarca. Gobernó en la ciudad de Larak. Marca la transición del poder de Badtibira a Larak. Su reinado representa la mitad del período antediluviano. El patrón de números (28.800) continúa siendo consistente, reforzando la estructura cosmológica intencional del documento.
Enmendurana 21.000 Séptimo patriarca. Gobernó en Sippar. Su número (21.000 años) es notablemente menor que sus predecesores, marcando el primer descenso significativo. Es significativo porque los textos indican que con Enmendurana «iniciaron los ritos culturales, revelando los secretos teológicos», sugiriendo que fue el primer rey que formalizó la religión organizada.
Ubara Tutu 18.600 Octavo patriarca. Gobernó en Shuruppak. Su número continúa disminuyendo (18.600 años), acercándose lentamente a cifras más realistas. En algunas versiones de la Lista Real Sumeria, es identificado como el último patriarca antediluviano porque continuaba con vida cuando sucedió el Diluvio, permitiéndole transmitir su conocimiento a la próxima generación.
Sukurlam 28.800 Noveno patriarca. Gobernó en Shuruppak. Retorno al número 28.800, restaurando el número de Alulim, Enmengalana y Emsipaziana. La razón de este aumento después del descenso anterior no está clara en los textos. Poco se menciona sobre sus acciones específicas en la narrativa mitológica sumeria.
Ziusudra 36.000 Décimo y último patriarca antediluviano. Gobernó en Shuruppak. Su número (36.000) iguala al de Alalngar, sugiriendo su importancia especial. Ziusudra es el «Noé» sumerio, advertido por el dios Enki del Diluvio venidera. Construyó una barca y salvó a las criaturas vivientes. Después del Diluvio, fue elevado a la presencia de los dioses y trasladado a Tilmun (tierra de los bienaventurados), adquiriendo naturaleza semidivina. Su historia fue adaptada en la tradición bíblica como la historia de Noé en Génesis.

Nota importante sobre los números: Los años de gobierno registrados en la Lista Real Sumeria son claramente mitológicos. Ningún humano puede vivir decenas de miles de años. Los historiadores proponen varias explicaciones: (1) Los números podrían ser simbólicos, expresando vasta antigüedad más que precisión cronológica. (2) Algunos proponen dividir los números por 60 (basado en el sistema sexagesimal babilonio), lo que produciría cifras más cercanas a la realidad humana. (3) Otros sugieren que representan ciclos astronómicos o períodos dinásticos acumulados. Lo que es cierto es que estos números reflejan cómo los antiguos sumerios entendían la relación entre tiempo divino y tiempo humano: los patriarcas antediluvianos vivían en una era donde el tiempo funcionaba diferentemente, donde la mortalidad era aún imperfecta.

Entendiendo los números imposibles

Estos números son extraordinarios: decenas de miles de años de reinado individual. Naturalmente, esto ha generado especulación sobre qué significan realmente. Los historiadores han propuesto varias interpretaciones. Una teoría sugiere que los números babilonios utiliza un sistema sexagesimal (base 60) distinto del nuestro, y que cuando dividimos estos números por 60, obtenemos cifras más realistas. Alulim, por ejemplo, que gobernó supuestamente 28.800 años, podría haber gobernado en realidad 480 años (28.800 ÷ 60), una cifra aún extraordinaria pero más humana. Sin embargo, esta teoría es debatida entre los académicos.

Otra interpretación, más especulativa, sugiere que los números reflejan un sistema de cálculo astronómico basado en precesión zodiacal o en ciclos cósmicos que los sumerios consideraban importantes, explicando por qué los números tienen múltiplos tan específicos (3.600, el número sagrado babilonio, aparece frecuentemente).

Lo que es indudable es que estos números no pretendían ser reportes históricos precisos, sino más bien una forma de expresar la vasta antigüedad de la autoridad real. El mensaje teológico era claro: estos reyes no eran figuras recientes o cuestionables; eran tan antiguos como el cosmos mismo, sus vidas se extendían casi infinitamente, su conexión con lo divino era incuestionable.

Las ciudades que se disputaban el poder

Fascinativamente, la narración de patriarcas nos cuenta también la historia de cómo las principales ciudades sumerias compartieron la hegemonía. Eridu fue la primera ciudad capital bajo los primeros dos reyes. La hegemonía luego continuó con Badtibira bajo los siguientes tres patriarcas hasta Dumuzid. La ciudad de Larak se convirtió en el centro del poder durante el gobierno de Emsipaziana, pasando luego a Sippar con Enmerduana como rey principal, siendo finalmente la ciudad de Shuruppak la más importante bajo los últimos tres reyes antediluvianos.

Lo intrigante es que el cambio de hegemonía de una ciudad a otra no siempre está claramente explicado. En algunos casos, la lista meramente lacónicamente alterna entre ciudades. En otros, alude a cambios militares, sugiriendo que la transferencia del poder no siempre fue pacífica. Esta estructura —una ciudad después de otra, cada una con sus reyes— refleja la realidad política sumeria: no existía un imperio unificado permanente, sino una serie de ciudades-estado que se alternaban en dominancia.


El diluvio: el punto de quiebre cósmico y político

En la mitología sumeria y babilonia, el Diluvio no era simplemente un desastre natural sino un acontecimiento cósmico que marcaba una división fundamental en la historia: antes del Diluvio y después del Diluvio. La Lista Real Sumeria refleja esta división dramáticamente. Los reyes antediluvianos tienen vidas imposiblemente largas; los postdiluvianos, aunque aún exagerados, son más cercanos a cifras humanas.

Históricamente, existe evidencia arqueológica de diluvios en Mesopotamia. Excavaciones en sitios antiguos como Uruk y Lagash han revelado capas de sedimento aluvial, evidencia de inundaciones masivas. La más notable ocurrió aproximadamente alrededor del 2900 a.C., durante el período Dinástico Arcaico III. Esta inundación fue lo suficientemente catastrófica como para afectar múltiples ciudades simultáneamente, destruyendo estructuras anteriores e interrumpiendo líneas dinásticas. Para los sumerios antiguos, un evento tan devastador, tan evidentemente capaz de eliminar civilizaciones enteras, fue interpretado como una intervención divina, un castigo cósmico o un reinicio del mundo.

Esta interpretación reflejaba una comprensión sofisticada del papel de los dioses en la historia. No gobernaban simplemente desde lejos; intervenían activamente cuando la humanidad se desviaba de su propósito. El Diluvio fue la intervención más dramática, pero también la más significativa: después del Diluvio, el orden se restableció, la realeza continuó, pero bajo nuevas premisas, con la memoria de esta catástrofe siempre presente.


Ziusudra: el «Noé» sumerio y el último patriarca antediluviano

Ziusudra ocupa una posición única en la Lista Real Sumeria como el último patriarca antediluviano y, según algunos relatos, el único que sobrevivió al Diluvio. Su nombre es frecuentemente comparado con el Noé bíblico, una conexión que ha sido estudiada extensamente por académicos que buscan las influencias mesopotámicas en la Biblia hebrea. Pero Ziusudra merece mucho más que una comparación superficial; su historia es en sí misma extraordinaria.

Ziusudra gobernó supuestamente 36.000 años, según la Lista Weld Blundel, una cifra que, si la dividimos por 60, nos daría 600 años, sorprendentemente similar a los 950 años que la Biblia atribuye a Noé. Esta similitud ha fascinado a estudiosos durante siglos. Pero lo interesante no es solo el número sino la función: ambas figuras —Ziusudra y Noé— son reyes o patriarcas que, a través de una conexión especial con la divinidad, son advertidos del Diluvio venidera y se les encomienda la tarea de preservar la vida.

Según la epopeya sumeria de Ziusudra (fragmentos de la cual se han preservado en tablillas cuneiformes), el dios Enki advierte a Ziusudra del diluvio venidera. Enki, contrariamente a lo que podría esperarse, ayuda a la humanidad en ciertos aspectos: proporciona la información vital que permite a Ziusudra salvarse. Ziusudra construye una barca enorme (descrita de manera similar a cómo el Arca de Noé se describe en Génesis), y cuando el diluvio llega, él y las criaturas que ha reunido sobreviven.

Lo fascinante es lo que sucede después. Cuando el Diluvio termina y Ziusudra emerge del agua, es elevado a la presencia de los dioses. Algunos textos sugieren que fue trasladado al cielo, a la tierra de Tilmun (una especie de paraíso o isla de los bienaventurados), donde vive eternamente como un ser semidivino. Otros textos indican que simplemente fue retirado de la sucesión normal, sin heredero que continúe su línea real dinástica.

Comparativamente, la Biblia describe a Noé de manera similar: después del Diluvio, participa en la repoblación del mundo, pero su larga vida se termina eventualmente (según Génesis, vivió 950 años). Sin embargo, en la versión bíblica, Noé permanece humano, mientras que en la versión sumeria, Ziusudra parece adquirir una naturaleza semidivina. Esta diferencia refleja distintas teologías: la sumeria enfatiza la posibilidad de que los humanos devueltos divinos bajo circunstancias extraordinarias, mientras que la tradición bíblica mantiene una división más clara entre lo divino y lo humano.

El descubrimiento de las similitudes entre Ziusudra y Noé fue una de las primeras evidencias de que la Biblia hebrea había incorporado y adaptado material de tradiciones mesopotamicas más antiguas. Durante el exilio de los israelitas en Babilonia (586-539 a.C.), cuando la élite judía fue llevada cautiva y expuesta a la cultura babilonia, probablemente adquirieron y adaptaron historias como la de Ziusudra, reinterpretándolas dentro de su propia tradición monoteísta.


Los reyes postdiluvianos: la transición de la mitología a la historia

Los primeros diez patriarcas antediluvianos se consideran absolutamente míticos debido a la falta de hallazgos arqueológicos que relacionen su existencia con las dataciones imposibles registradas. Sin embargo, una vez que se ha pasado el Diluvio, comienzan a aparecer reyes de los que se conoce, hasta cierto punto, su existencia histórica, aunque los números de sus reinados aún contienen exageraciones significativas.

A partir de este momento, la ciudad de Kish toma el sitial más importante. Kish fue considerada por mucho tiempo la ciudad más importante de Sumeria tras el Diluvio, razón por la cual los reyes de este lugar fueron considerados los más importantes de Sumeria. De hecho, mucho tiempo después de este primer período dinástico, varios reyes de otras ciudades tomarían el título de «gobernante de Kish» para proclamarse dueños del mundo o del universo. Este título se convirtió en el equivalente sumerio de «emperador»: una declaración no solo de dominio político sino de legitimidad cósmica.

En la segunda parte de la Lista Real Sumeria después del Diluvio, se cuentan 23 reyes de Kish, la gran mayoría con períodos de reinado aún exagerados aunque menos dramáticamente imposibles que sus predecesores antediluvianos. Estos números, aunque aún irreales por estándares humanos, muestran una tendencia gradual hacia la realidad. Donde los patriarcas antediluvianos gobernaban decenas de miles de años, los reyes de Kish gobernaban cientos, luego decenas de años.

Un aspecto intrigante de estos primeros reyes postdiluvianos es que muchos de sus nombres tienen una calidad animal o zoomorfa. Los doce reyes que preceden a Etana tienen nombres como «el que lleva la cabeza de león» o descripciones que sugerían características animales. Esto ha llevado a los arqueólogos e historiadores a conjeturar sobre un posible pasado totémico en la cultura sumeria, una época donde los clanes humanos se identificaban con animales totémicos específicos. Alternativamente, estos nombres podrían ser títulos honoríficos que describían características o hazañas específicas de estos reyes, similar a cómo en la historia posterior encontramos epítetos como «Ricardo Corazón de León» o «Ivan el Terrible«.

El decimotercero de estos reyes, llamado Etana, se considera notable porque hay evidencia moderada de su existencia histórica. No es completamente legendario como sus predecesores, aunque la mayor parte de su narrativa es claramente mitológica. Etana fue protagonista de una de las epopeyas mesopotámicas más interesantes, que cuenta cómo fue llevado al cielo por un águila divina para obtener la «planta del nacimiento», presumiblemente para poder tener un heredero. Esta epopeya sobrevive en fragmentos en tablillas cuneiformes y ha sido reconstruida parcialmente por los académicos.

Lo significativo sobre Etana es que marca un punto de transición. Los reyes antediluvianos y los primeros postdiluvianos de Kish son prácticamente imposibles de verificar arqueológicamente. Etana, aunque aún envuelto en mitología, comienza a mostrar conexiones con cortes de evidencia histórica. Después de Etana, gradualmente, los reyes mencionados en la Lista Real Sumeria comienzan a tener corroboración arqueológica más consistente: referencias en inscripciones contemporáneas, evidencia de construcción de monumentos, pruebas de conflictos registrados independientemente en otros textos.


El período histórico temprano: de la Primera Dinastía de Uruk hacia los reyes verificables

Con la Primera Dinastía de Uruk, los reyes históricos propiamente dichos comienzan a emerger, aunque todavía se observan algunos que forman parte claramente de la tradición mitológica. El fundador de esta dinastía, Meshkianggasher, es descrito como el «hijo del sol» que gobernó más de trescientos años y que, al igual que «su padre» (el Sol), desapareció en el mar. Esta descripción es poéticamente bella pero arqueológicamente inverificable. Sin embargo, Meshkianggasher ocupa una posición importante en la narrativa histórica como el punto en el que la Lista Real Sumeria comienza a transicionar de patriarcas imposibles a reyes que, aunque aún legendarios, comienzan a mostrar características de figuras históricas reconocibles.

Enmekar, quien probablemente fue el fundador real de la ciudad de Uruk como centro de poder significativo, es el siguiente rey de importancia. Enmekar ha sido relacionado por algunos estudiosos con la figura bíblica de Nemrod, una comparación que, aunque especulativa, refleja el impacto que estas historias sumerias tuvieron en tradiciones posteriores. La Biblia describe a Nemrod como «un poderoso cazador» y como el que «cimentó la mítica Torre de Babel». Interesantemente, Enmekar es también asociado en tradiciones sumerias con construcción de monumentos y con una especie de «secularización» del poder.

Se ha conjeturado entre académicos que el reinado de Enmekar fue el período histórico donde el poder palaciego comenzó a absorber la autoridad del templo, representando una especie de secularización del poder político. En otras palabras, donde antes el poder político estaba ostensiblemente bajo la guía de los templos y los sacerdotes, con Enmekar el palacio real comenzó a afirmar su independencia. Esta transición tiene resonancias con cambios políticos que ocurrirían repetidamente a lo largo de la historia: la lucha entre autoridad religiosa y autoridad secular, entre el templo y el trono.

Gilgamesh, quizás el más célebre de los reyes antiguos de Uruk, ocupa un lugar único en la Historia de Sumeria porque fue durante mucho tiempo considerado puramente mitológico, pero luego fue identificado en registros históricos como una figura histórica real. Gilgamesh aparece en la Lista Real Sumeria como uno de los últimos reyes con dataciones exageradas; después de él, los años de gobierno se vuelven más cercanos a la realidad humana hasta la segunda dinastía de Kish. Esto sugiere que Gilgamesh marca otro punto de transición: después de Gilgamesh, la historia se vuelve claramente menos legendaria.

Gilgamesh, quien reinó en Uruk aproximadamente alrededor del 2750 a.C. (aunque las fechas exactas son debatidas), fue el protagonista de la famosa Epopeya de Gilgamesh, uno de los textos literarios más antiguos de la humanidad. Pero más allá de la epopeya, hay evidencia de una persona histórica real: referencias en otros documentos cuneiformes contemporáneos, menciones en inscripciones de rivales políticos, y lo que parece ser una estatua o representación de Gilgamesh descubierta en Uruk. Su historicidad, aunque aún envuelta en mitología, es menos cuestionable que la de sus predecesores.

Posteriormente, según la Lista Real Sumeria, la hegemonía pasa a la ciudad de Ur gracias a victorias militares sobre su rival Uruk. Este cambio marca el comienzo del período donde los cambios en el poder están comenzando a ser, al menos parcialmente, verificables mediante evidencia arqueológica.


Las dinastías en conflicto: Kish, Uruk, Ur y la fragmentación del poder sumerio

Lo que la Lista Real Sumeria revela sobre el período dinástico temprano es un patrón de fragmentación y reconstitución de poder. Las ciudades Kish, Uruk, Ur y otras se van disputando constantemente la hegemonía. Cada ciudad tiene sus dinastías, sus reyes, sus períodos de dominio. La lista muestra los nombres y años de reinado de estos gobernantes, aunque los datos comienzan a ser cada vez más cuestionables conforme se retrocede en el tiempo.

Un elemento crucial que emerge de este período es el concepto de la «hegemonía»: no existía un imperio único y centralizado que gobernara toda Sumeria, sino un sistema donde una ciudad se volvía temporal dominante, frecuentemente mediante fuerza militar, y otras ciudades aceptaban su superioridad. Eventualmente, esa hegemonía sería desafiada y transferida. Este patrón continuaría a lo largo de toda la historia sumeria: épocas de unidad bajo un gobernante fuerte, seguidas por períodos de fragmentación cuando ese poder se debilitaba.

Entre los reyes más importantes mencionados en esta fase está Lugalzaggesi de Umma, quien fundó la tercera dinastía de Uruk. Lugalzaggesi fue probablemente el último rey legítimamente sumerio en este sentido particular: después de él, el poder pasaría a manos de los acadios, pueblos semitas que conquistarían Sumeria. Lugalzaggesi fue derrotado por el acadio Sargón I de Akkad, un hecho que marca un punto de quiebre en la historia de Mesopotamia.


El ascenso de los semitas: Sargón I y el fin de la supremacía sumeria

Sargón I de Akkad y su sucesor Naram Sin fueron los gobernantes más importantes de la dinastía acadia, un período en el que pueblos semitas conquistaron y gobernaron sobre las ciudades sumerias. Ambos formaron parte de numerosas leyendas de períodos posteriores, siendo Naram Sin particularmente notable como el protagonista de la Maldición de Akkad, una narrativa que cuenta cómo su arrogancia al equipararse a sí mismo con los dioses resultó en la caída catastrófica de la ciudad de Akkad.

estela naram sin caracteristicas
Estela de Naram Sin. Crédito: Museo del Louvre

Con la llegada de Sargón I, la Lista Real Sumeria entra en una fase nueva: aunque continúa registrando reyes de ciudades sumerias, ahora estos reyes son gobernadores bajo el dominio acadio, no soberanos independientes. El poder político ha pasado de manos sumerias a manos semitas, un cambio que, aunque temporal, marcó significativamente la historia mesopotámica.

Los acadios gobernaron durante varios siglos las ciudades sumerias, imponiendo su idioma, sus costumbres y sus dioses mientras, paradójicamente, absorbían mucho de la cultura sumeria más antigua. Finalmente, sin embargo, el imperio acadio colapsó, parcialmente debido a presiones externas (invasiones de pueblos montañosos) y parcialmente debido a la Maldición de Akkad mencionada: una combinación de mala cosecha, conflicto interno y lo que los textos describen como la ira de los dioses.

Después de los acadios, la lista registra un período de dominio de los Gutis, un pueblo de las montañas que, aunque gobernaron brevemente, dejaron poca huella duradera en Sumeria. Eventualmente, la autoridad volvería a los sumerios con el surgimiento de un nuevo poder en Ur.


Las últimas dinastías: Isin, Larsa y el cierre de la Lista Real Sumeria

Las últimas dinastías registradas en la Lista Real Sumeria provienen principalmente de la ciudad de Isin. Estas dinastías gobernaron Sumeria durante el período Babilónico Antiguo, aproximadamente entre los siglos XX y XVIII a.C. El último rey incluido en la Lista Real Sumeria es Damiq Ilishu de Isin, cuyo reinado marca el cierre del documento.

Después de Damiq Ilishu, la Lista Real Sumeria simplemente termina. No está del todo claro por qué ciertos escribas antiguos eligieron terminar el documento en este punto, pero una posibilidad es que fue compilado bajo un rey posterior a Damiq Ilishu que consideraba a su predecesor como el punto final natural de la era dinástica de Isin. Alternativamente, el documento simplemente se perdió en ese punto, y versiones posteriores nunca fueron descubiertas por los arqueólogos.

Lo importante es que con Damiq Ilishu, la Era de la Dinastía de Isin, una de las últimas períodos genuinamente sumerios de poder político significativo, llega a su fin en los registros que han sobrevivido.


Problemas cronológicos: reconciliando los números imposibles con la realidad histórica

Uno de los mayores desafíos que historiadores y arqueólogos enfrentan al utilizar la Lista Real Sumeria es reconciliar sus números con la realidad histórica verificable. Los números son, simplemente, imposibles por cualquier estándar humano. Un rey no puede gobernar 36.000 años. Los humanos no pueden vivir bajo ninguna circunstancia conocida suficientemente largo como para estos reinados sean físicamente posibles.

Entonces, ¿cómo deben los historiadores modernos interpretar estos números? Existen varias escuelas de pensamiento.

La hipótesis de división por 60: algunos historiadores proponen que los números originales, cuando se escriben en el sistema sexagesimal babilonio, deben dividirse por 60 para obtener cifras más realistas. Bajo esta interpretación, Alulim que supuestamente gobernó 28.800 años habría gobernado en realidad 480 años. Aunque 480 años sigue siendo extraordinario, es al menos matemáticamente posible bajo circunstancias hipotéticas (extrema longevidad, aunque sin paralelo conocido). El problema con esta hipótesis es que no todos los historiadores están convencidos de que esta conversión sea válida; el sistema de numeración sumerio es más complejo que una simple conversión.

La hipótesis astronómica: otros estudiosos sugieren que los números podrían reflejar ciclos astronómicos o periodos precesionales que los babilonios consideraban cosmológicamente significativos. Los números 3.600, 2.400, 1.800 aparecen repetidamente; estos son todos múltiplos del número sagrado 3.600. Esto sugiere que los números no fueron elegidos arbitrariamente sino calculados según principios cosmológicos específicos que los sumerios y babilonios valoraban.

La hipótesis de acumulación de regencia: una tercera teoría propone que los números podrían representar no un reinado individual sino períodos durante los cuales una dinastía o familia gobernaba, con múltiples reyes contribuyendo al total acumulado. Bajo esta interpretación, los 28.800 años de Alulim podrían representar no su vida individual sino el período total durante el cual su línea dinástica reinó.

La realidad arqueológica: lo que sabemos de la arqueología es que los cambios en las dinastías ocurrieron mucho más frecuentemente y en períodos mucho más cortos de lo que la Lista Real Sumeria sugiere literalmente. Excavaciones en sitios como Lagash muestran evidencia de múltiples dinásticas, cada una a menudo durando solo algunos siglos. Cuando los arqueólogos comparan hallazgos excavados con nombres en la Lista Real Sumeria, generalmente encuentran que los reinados que pueden ser parcialmente verificados duraban típicamente entre 30 y 60 años, ocasionalmente alcanzando hasta 100 años, pero raramente más.

Esto sugiere que la Lista Real Sumeria fue enormemente comprimida o altamente simbólica en sus números. Si tomamos los reyes que podemos verificar mediante arqueología y comparamos sus números en la Lista Real Sumeria, usualmente encontramos que el número en la lista es 10 a 100 veces más grande de lo que la arqueología sugiere. La consistencia de esta exageración sugiere que no fue accidental sino deliberada: los compiladores de la lista pueden haber estado multiplicando propositivamente los números para enfatizar la vasta antigüedad de la autoridad real.


La influencia de la Lista Real Sumeria en la tradición bíblica

Uno de los descubrimientos más fascinantes en estudios bíblicos ha sido la evidencia de que la tradición bíblica incorporó y adaptó elementos de la Lista Real Sumeria, particularmente en sus genealogías de patriarcas antediluvianos. Si comparamos los números en Génesis con los números en la Lista Real Sumeria, encontramos similitudes sorprendentes.

La Biblia, en el Libro de Génesis, presenta una genealogía que comienza con Adán y continúa a través de Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lámec y finalmente Noé. Cada uno de estos patriarcas tiene un número asociado: los años de su vida. Estos números son extraordinarios: Adán vivió 930 años, Matusalén vivió 969 años (el más longevo en tradición bíblica), Noé vivió 950 años. Todos estos números son mucho más altos que la longevidad humana normal, pero significativamente más bajos que los números en la Lista Real Sumeria.

historia biblica arca de noe
Historia del Arca de Noé. Crédito: Depositphotos

Más notable aún es la estructura narrativa: ambas tradiciones (la sumeria y la bíblica) incluyen un diluvio catastrófico como un punto de quiebre fundamental. Después del diluvio, en ambas tradiciones, la longevidad disminuye dramáticamente. Donde los patriarcas antediluvianos bíblicos vivían casi 1000 años, después del diluvio, los patriarcas postdiluvianos del Génesis (Abraham, Isaac, Jacob) viven solo 100-180 años.

Los estudiosos bíblicos generalmente concuerdan que durante el exilio babilónico (586-539 a.C.), cuando la élite intelectual y religiosa judía fue llevada cautiva a Babilonia y posteriormente a la Mesopotamia bajo dominio persa, los escribas israelitas entraron en contacto con tradiciones mesopotámicas incluyendo la Lista Real Sumeria y otros textos cuneiformes. El Libro de Daniel, que tiene un contexto claramente babilónico, muestra este contacto más explícitamente. Pero incluso libros más antiguos del Antiguo Testamento, como el Génesis, probablemente fueron revisados o compilados durante este período, absorbiendo algunas estructuras narrativas mesopotámicas.

La teoría prevaleciente es que los escribas bíblicos, confrontados con la mitología sumeria-babilonia que incluía patriarcas antediluvianos con vidas imposiblemente largas, adaptaron este concepto para su propia tradición monoteísta. Sin embargo, modificaron los números para que fueran ligeramente más realistas (presumiblemente para parecer menos evidentemente mitológicos) y los reinterpretaron dentro de un marco teológico judío donde estos patriarcas no eran simplemente gobernantes legítimos sino también ancestros espirituales.

Lo notable es que esta adaptación fue sofisticada: los escritores bíblicos no simplemente copiaron el material mesopotámico, sino lo reinterpretaron, lo transformaron y lo integraron dentro de su propia cosmología religiosa. Este es un ejemplo de cómo las tradiciones religiosas y culturales interactúan, se influyen mutuamente, se adaptan y, en el proceso, crean nuevas síntesis.


La Lista Real Sumeria como documento histórico y político

La Lista Real Sumeria es un documento extraordinario que opera simultáneamente en múltiples niveles. Es, superficialmente, una lista de reyes y dinastías. Pero es también, más profundamente, un documento teológico que justifica por qué ciertos hombres tenían derecho a gobernar. Es un documento político que legitima la hegemonía de ciertas ciudades sobre otras. Es un documento que revela cómo una civilización antigua entendía su propio pasado, mezclaba mitología con historia, y utilizaba ambas para construir narrativas de poder.

Arqueológicamente, el documento es valioso como guía para saber dónde excavar, qué nombres buscar, qué períodos enfatizar. Aunque muchos de los números son claramente exagerados, la lista proporciona estructura cronológica aproximada, menciona ciudades que sabemos existieron, y nombra reyes que, en algunos casos, pueden ser verificados a través de otros medios.

Teológicamente, la Lista Real Sumeria revela cómo los sumerios, como los hebreos posteriormente, entendían la relación entre lo divino y lo humano. La realeza no era simplemente un asunto de poder político sino una institución que conectaba el cielo con la tierra. Un rey no era simplemente un hombre poderoso; era un intermediario entre los dioses y la humanidad, alguien cuya autoridad derivaba no simplemente de su fuerza militar sino de su conexión establecida con lo divino.

Políticamente, la Lista Real Sumeria es un ejemplo temprano de cómo la historia puede ser reescrita o al menos enfatizada selectivamente para servir propósitos políticos contemporáneos. Los compiladores no negaban la existencia de otros reyes o ciudades; simplemente los presentaban de manera que fortalecía la posición política de los reyes a quienes deseaban exaltar.

La influencia de la Lista Real Sumeria se extendió más allá de Mesopotamia. Como se ha documentado extensamente, influenció la tradición bíblica, proporcionando estructuras narrativas, conceptos teológicos e incluso números específicos que fueron adaptados dentro de la tradición judía. Este legado continúa: estudiamos la Lista Real Sumeria hoy no simplemente porque sea ancient, sino porque representa una de las primeras intentos humanos de registrar, entender y manipular la historia al servicio del poder político y la legitimidad religiosa.


Fuentes bibliográficas

Fuentes primarias:

  • Lista Real Sumeria (Prisma Weld Blundel). Traducción de William W. Hallo y William K. Simpson. Yale University Press. Disponible en múltiples ediciones.
  • Prisma de Nippur. Fragmentos cuneiformes traducidos por múltiples estudiosos, incluyendo Benno Landsberger.
  • Epopeya de Ziusudra. Tablillas cuneiformes traducidas por Andrew George y otros. En «The Babylonian Gilgamesh Epic: Introduction, Critical Edition and Cuneiform Texts». Oxford University Press, 2003.
  • Génesis (Antigua Versión Testamentaria). Cualquier edición.

Estudios académicos especializado:

  • Hallo, William W. «The Royal Inscriptions of Mesopotamia: Early Periods». Royal Inscriptions of Mesopotamia (RIME series), 2005.
  • Kramer, Samuel Noah. The Sumerians: Their History, Culture, and Character. University of Chicago Press, 1963.
  • Lambert, Wilfred G. «The Theology of Death in Ancient Mesopotamia.» Yale University Press, 2007.
  • Lerner, Robert E. Medieval Thought and the Development of Western Civilization. Includes references to Mesopotamian chronology.
  • Oppenheim, A. Leo. Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization. University of Chicago Press, 1977 (Revised Edition).
  • Saggs, H.W.F. The Greatness that was Babylon: A Survey of the Ancient Civilization. Sidgwick & Jackson, 1988.
  • Van de Mieroop, Marc. A History of the Ancient Near East, c. 3000-323 BC. Blackwell Publishers, 2007. Third Edition, 2016.

Sobre cronología mesopotámica:

  • Finkel, Irving L. y Michael J. Seymour. Babylon: City of Wonders. Oxford University Press, 2008.
  • Hunger, Hermann. Astronomy in Ancient Mesopotamia. Max Planck Institute for the History of Science, 2017.
  • Reade, Julian. Assyrian Sculpture. University of Chicago Press, 2001.
  • Colbow, Gundrun. Die Chronologie des Mittleren Reiches in Ägypten nach astrophysikalischen Messmethoden. Harrassowitz Verlag, 1995.

Conexiones bíblicas:

  • Dalley, Stephanie. Myths from Mesopotamia: Creation, the Flood, Gilgamesh, and Others. Oxford University Press, 2008 (Revised Edition).
  • George, Andrew R. The Babylon Epic of Gilgamesh: Translation and Commentary. Oxford University Press, 2003.
  • Heidel, Alexander. The Babylonian Genesis: The Story of the Creation. University of Chicago Press, 1951 (Reprint 1963).
  • Sanders, Seth L. The Invention of Hebrew. Oxford University Press, 2009.

Recursos digitales especializados:

  • Open Richly Annotated Cuneiform Corpus (ORACC). Plataforma digital con traducciones y análisis de textos cuneiformes, incluyendo fragmentos de la Lista Real Sumeria.
  • Cuneiform Digital Library Initiative (CDLI): cdli.ucla.edu. Base de datos exhaustiva de textos cuneiformes con traducciones y contexto académico.

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