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Segunda Guerra Mundial: guía completa del conflicto que cambió el mundo (1939-1945)

by Marcelo Ferrando Castro
4 noviembre, 2025 - Updated on 5 noviembre, 2025
in Segunda Guerra
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Segunda Guerra Mundial: collage histórico mostrando desembarco anfibio, tanque Panzer, aviones de combate y mapas estratégicos de Europa durante 1939-1945

Guía completa sobre la Segunda Guerra Mundial. Crédito: Red Historia.

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Índice:

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  • Segunda Guerra Mundial: resumen inicial
  • Un conflicto sin precedentes en la historia humana
  • Raíces del conflicto: de Versalles a la invasión de Polonia
    • El Tratado de Versalles: semilla de resentimiento
    • La crisis económica de 1929: catalizador del fascismo
    • Ascenso de los totalitarismos (1922-1939)
    • El apaciguamiento: error estratégico de las democracias
    • La cuenta atrás: primavera-verano 1939
  • El desarrollo de la guerra: cuatro fases decisivas
    • Fase 1: triunfos del Eje (septiembre 1939 – junio 1941)
    • Fase 2: puntos de inflexión (junio 1941 – noviembre 1942)
    • Fase 3: contraofensiva aliada (noviembre 1942 – junio 1944)
    • Fase 4: colapso del Eje (junio 1944 – septiembre 1945)
  • Batallas decisivas que cambiaron el curso de la guerra
  • Holocausto y crímenes contra la humanidad
  • Consecuencias y legado: el mundo después de la guerra
  • Preguntas frecuentes sobre la Segunda Guerra Mundial
    • ¿Cuáles fueron las causas principales de la Segunda Guerra Mundial?
    • ¿Por qué Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial?
    • ¿Cuál fue la batalla más importante de la Segunda Guerra Mundial?
    • ¿Qué fue el Holocausto?
    • ¿Por qué Hitler invadió la Unión Soviética?
    • ¿Qué papel jugó la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial?
    • ¿Por qué Japón atacó Pearl Harbor?
    • ¿Fueron necesarias las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki?
    • ¿Cómo cambió el mundo tras la Segunda Guerra Mundial?
    • ¿Cuántas personas murieron en la Segunda Guerra Mundial?
  • Fuentes y bibliografía
  • Explora más sobre la Segunda Guerra en Red Historia

Segunda Guerra Mundial: resumen inicial

La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto armado más devastador de la historia humana. Se desarrolló entre 1939 y 1945, enfrentando a las potencias del Eje (Alemania nazi, Italia fascista y Japón imperial) contra los Aliados (principalmente Reino Unido, Unión Soviética, Estados Unidos y Francia). El resultado fue catastrófico: entre 70 y 85 millones de personas murieron, imperios coloniales centenarios desaparecieron y el mundo quedó dividido en dos bloques antagónicos que protagonizarían la Guerra Fría durante las siguientes cuatro décadas.

Las causas de la Segunda Guerra fueron múltiples y complejas. El Tratado de Versalles de 1919 impuso a Alemania condiciones humillantes tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, incluyendo reparaciones económicas imposibles de pagar y la pérdida de territorios estratégicos. La crisis económica de 1929 devastó las economías europeas, generando seis millones de desempleados solo en Alemania. Este caldo de cultivo permitió el ascenso de regímenes totalitarios: Adolf Hitler llegó al poder en Alemania en 1933, Benito Mussolini ya gobernaba Italia desde 1922, y Japón desarrolló un militarismo expansionista que lo llevó a invadir China en 1937. La política de apaciguamiento de las democracias occidentales, que culminó en los Acuerdos de Múnich de 1938, no hizo más que alimentar las ambiciones territoriales de Hitler.

El desarrollo del conflicto puede dividirse en cuatro fases claramente diferenciadas. Entre 1939 y 1941, el Eje disfrutó de una serie de victorias arrolladoras: Polonia cayó en 27 días, Francia fue derrotada en seis semanas, y los Balcanes quedaron bajo control alemán. Sin embargo, Reino Unido resistió en la Batalla de Inglaterra, el primer fracaso nazi. La segunda fase, de 1941 a 1943, marcó los puntos de inflexión decisivos: la invasión alemana de la Unión Soviética se estancó en las puertas de Moscú, el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941 provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra y la batalla de Stalingrado (agosto 1942-febrero 1943) representó la derrota más catastrófica del ejército alemán con casi dos millones de bajas. La tercera fase, de 1943 a 1944, vio la contraofensiva aliada: Italia fue invadida, el desembarco de Normandía abrió el segundo frente en Europa occidental, y el Ejército Rojo avanzaba implacablemente desde el este. La fase final, en 1945, culminó con el colapso del Tercer Reich en mayo y la rendición japonesa en septiembre tras el lanzamiento de dos bombas atómicas.

conferencia de yalta
Churchill, Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta tras la Segunda Guerra Mundial. Crédito: Dominio Público

Las batallas decisivas que determinaron el curso de la guerra fueron Stalingrado, donde Alemania perdió su mejor ejército y nunca recuperó la iniciativa en el frente oriental; Midway en el Pacífico, que detuvo la expansión japonesa; El Alamein en el norte de África, que salvó el Canal de Suez y las rutas del petróleo; el desembarco de Normandía, que abrió el camino hacia el corazón de Alemania desde el oeste; y la batalla de Berlín, que selló el destino del nazismo en abril-mayo de 1945.

Las consecuencias de la guerra reconfiguraron el orden mundial. El saldo de víctimas fue apocalíptico: entre 70 y 85 millones de muertos, incluyendo seis millones de judíos asesinados en el Holocausto. Europa quedó dividida por el telón de acero, con la mitad oriental bajo control soviético y la occidental bajo influencia estadounidense. Se creó la Organización de las Naciones Unidas en 1945 con el objetivo de evitar futuros conflictos globales. La era nuclear comenzó con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, transformando para siempre las relaciones internacionales. Los imperios coloniales británico, francés y holandés iniciaron su descomposición definitiva, dando paso a la descolonización de África y Asia en las décadas siguientes.

El legado de la Segunda Guerra Mundial sigue presente en el siglo XXI. El mundo bipolar de la Guerra Fría dominó la segunda mitad del siglo XX. La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 fue una respuesta directa a los horrores del Holocausto. La integración europea, que culminó en la Unión Europea, nació del deseo de hacer imposible otra guerra entre Francia y Alemania. Las lecciones sobre totalitarismo, genocidio, propaganda y la importancia de la cooperación internacional siguen siendo relevantes hoy. La Segunda Guerra Mundial no fue solo el conflicto más destructivo de la historia, sino el acontecimiento que creó el mundo contemporáneo que habitamos.

¿Quieres entender la Segunda Guerra Mundial en profundidad?

A continuación desarrollamos causas profundas, desarrollo cronológico detallado, análisis de batallas decisivas, perfiles de líderes, tecnología militar y consecuencias a largo plazo. Ideal para trabajos académicos, investigación histórica o comprensión profunda del siglo XX.

Un conflicto sin precedentes en la historia humana

La Segunda Guerra Mundial representa un punto de inflexión en la historia de la civilización. No fue simplemente un conflicto armado entre naciones, sino una guerra total que movilizó todos los recursos económicos, industriales y humanos de las sociedades involucradas. Por primera vez en la historia, la distinción entre frente de batalla y retaguardia se difuminó casi por completo: las ciudades fueron bombardeadas sistemáticamente, las poblaciones civiles fueron objetivo deliberado de estrategias militares, y tecnologías como el radar, los aviones a reacción, los cohetes y finalmente la bomba atómica transformaron la naturaleza misma de la guerra.

Lo que comenzó el 1 de septiembre de 1939 como una disputa territorial entre Alemania y Polonia en torno al corredor de Danzig se convirtió rápidamente en un enfrentamiento global. En menos de dos años, Europa estaba completamente en guerra, el norte de África se había convertido en un campo de batalla y Japón había lanzado su ofensiva imperial en Asia y el Pacífico. La entrada de Estados Unidos tras Pearl Harbor en diciembre de 1941 y la invasión alemana de la Unión Soviética ese mismo año transformaron definitivamente el conflicto en una guerra verdaderamente mundial, con combates simultáneos en cuatro continentes y todos los océanos.

La dimensión ideológica del conflicto fue tan importante como la militar. La Segunda Guerra Mundial no fue una disputa dinástica o territorial al estilo de las guerras del siglo XVIII, ni siquiera una competencia imperialista como las que habían caracterizado el siglo XIX. Fue un choque frontal entre sistemas políticos, económicos y filosóficos incompatibles: democracia liberal contra fascismo, capitalismo contra comunismo, individualismo contra colectivismo totalitario. La propaganda jugó un papel crucial en ambos bandos, presentando la guerra como una lucha existencial por la supervivencia de la civilización misma.

El impacto tecnológico de la guerra fue revolucionario. La carrera armamentística aceleró desarrollos que hubieran tardado décadas en tiempos de paz. El radar británico salvó al país durante la Batalla de Inglaterra. Los tanques evolucionaron desde los modelos ligeros de 1939 hasta los pesados Tiger y Sherman de 1944. La aviación pasó de biplanos a cazas a reacción. La computación moderna nació en Bletchley Park descifrando códigos alemanes. Y finalmente, el Proyecto Manhattan culminó en las bombas atómicas que pusieron fin a la guerra pero inauguraron una era de terror nuclear que dominaría la geopolítica durante las siguientes cinco décadas.

Comprender la Segunda Guerra Mundial es esencial para entender el mundo contemporáneo. La configuración política actual de Europa, la existencia de instituciones como la ONU, la rivalidad entre Estados Unidos y Rusia, el proceso de integración europea, la descolonización de África y Asia, incluso debates actuales sobre genocidio y crímenes de guerra: todos tienen sus raíces en los años 1939-1945. No es una hipérbole afirmar que vivimos todavía en el mundo que creó la Segunda Guerra Mundial.

Raíces del conflicto: de Versalles a la invasión de Polonia

El Tratado de Versalles: semilla de resentimiento

El Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, fue diseñado para garantizar que Alemania nunca volviera a amenazar la paz europea. Sin embargo, sus cláusulas extremadamente punitivas sembraron las semillas de un resentimiento nacional que Hitler explotaría magistralmente dos décadas después. Alemania perdió el 13% de su territorio europeo y todas sus colonias, incluyendo Alsacia-Lorena devuelta a Francia, grandes extensiones de Prusia Oriental entregadas al nuevo estado polaco y el corredor de Danzig que separaba Prusia Oriental del resto de Alemania. Estas pérdidas territoriales no eran solo simbólicas: incluían regiones industriales vitales como la cuenca del Saar y la Alta Silesia.

Las reparaciones económicas impuestas fueron deliberadamente diseñadas para ser imposibles de cumplir. La Comisión de Reparaciones fijó finalmente la suma en 132.000 millones de marcos oro, equivalente a aproximadamente 442.000 millones de dólares actuales. Para ponerlo en perspectiva, esto representaba el doble del PIB anual alemán de preguerra. Los pagos debían realizarse en oro o divisas extranjeras, no en la depreciada moneda alemana. Cuando Alemania dejó de pagar en 1923, Francia y Bélgica ocuparon militarmente la región industrial del Ruhr, provocando una crisis hiperinflacionaria que destruyó los ahorros de la clase media alemana y dejó cicatrices psicológicas profundas.

tratado de versalles como desencadenante de la segunda guerra
La firma de la paz en el Salón de los Espejos, Versalles , 28 de junio de 1919. Obra de William Orpen / Dominio Público.

La desmilitarización forzada humilló al orgulloso establishment militar alemán. El ejército quedó limitado a 100.000 hombres, sin aviación, sin tanques, sin submarinos y con una marina reducida a seis acorazados obsoletos. La región de Renania quedó permanentemente desmilitarizada, creando un vacío estratégico en la frontera con Francia. Pero la cláusula más insoportable para los alemanes fue el Artículo 231, conocido como la cláusula de culpabilidad de guerra, que obligaba a Alemania a aceptar la responsabilidad exclusiva del inicio de la Primera Guerra Mundial. Esta humillación nacional fue percibida como injusta por amplios sectores de la población alemana, incluyendo muchos que no eran nazis.

El historiador británico John Maynard Keynes, presente en las negociaciones de Versalles, dimitió en protesta y publicó Las consecuencias económicas de la paz (1919), donde predijo proféticamente que el tratado sembraría las semillas de una futura guerra. Tenía razón. Hitler construiría su carrera política sobre la promesa de revertir Versalles, restaurar el honor alemán, recuperar los territorios perdidos y hacer que Alemania volviera a ser grande. Cada vez que violó el tratado, remilitarizando Renania, rearmando Alemania, o anexionando Austria, su popularidad dentro de Alemania se disparaba.

La crisis económica de 1929: catalizador del fascismo

El crack de Wall Street del 29 de octubre de 1929 desencadenó una depresión económica global que devastó especialmente a Alemania. La República de Weimar había dependido en gran medida de préstamos estadounidenses para pagar las reparaciones de Versalles y reconstruir su economía. Cuando esos préstamos desaparecieron repentinamente tras el colapso de Wall Street, la economía alemana entró en caída libre. Entre 1929 y 1932, el desempleo en Alemania pasó de 1.3 millones a seis millones de personas, aproximadamente el 30% de la fuerza laboral. La producción industrial cayó en picado, los bancos quebraron y millones de familias de clase media vieron evaporarse sus ahorros y su estilo de vida.

Esta desesperación económica tuvo consecuencias políticas inmediatas y devastadoras. El Partido Nazi (NSDAP) de Adolf Hitler, que había obtenido apenas el 2.6% de los votos en 1928, experimentó un ascenso meteórico: 18.3% en 1930 y 37.3% en julio de 1932, convirtiéndose en el mayor partido del Reichstag. Los alemanes hambrientos y desesperados encontraron atractivas las promesas nazis de empleo, orden, restauración nacional y un culpable conveniente para sus males: el Tratado de Versalles, los comunistas, y según la propaganda nazi, los judíos. Hitler no llegó al poder mediante un golpe militar, sino a través de elecciones democráticas, un recordatorio inquietante de cómo las crisis económicas pueden erosionar las instituciones democráticas.

El Canciller Adolf Hitler con el Presidente Paul von Hindenburg

La crisis también radicalizó el espectro político alemán en ambos extremos. El Partido Comunista (KPD) creció hasta convertirse en el tercer mayor partido, y las calles alemanas fueron testigo de violentos enfrentamientos entre las SA nazis (camisas pardas) y los grupos paramilitares comunistas. Los gobiernos moderados de Weimar, incapaces de resolver la crisis económica, perdieron toda legitimidad. En enero de 1933, el presidente Hindenburg, presionado por los conservadores que creían poder controlar a Hitler, lo nombró canciller. Fue un error fatal. En cuestión de meses, Hitler había establecido una dictadura totalitaria y Alemania había iniciado el camino hacia la guerra.

La crisis económica no afectó solo a Alemania. En Japón, la Gran Depresión devastó una economía dependiente de las exportaciones de seda, provocando hambrunas rurales y generando apoyo para los militares ultranacionalistas que prometían soluciones mediante la expansión imperial en Asia. En Italia, la crisis reforzó el régimen fascista de Mussolini, que prometía autarquía económica y gloria imperial. Incluso en las democracias occidentales, el desempleo masivo debilitó la voluntad de enfrentar a los agresores: Francia y Reino Unido, sumidos en sus propias crisis económicas y aterrorizados por la perspectiva de otra guerra, optaron por el apaciguamiento.

Ascenso de los totalitarismos (1922-1939)

El fascismo italiano fue el primer régimen totalitario del siglo XX y sirvió como modelo para otros movimientos similares. Benito Mussolini llegó al poder en octubre de 1922 mediante la Marcha sobre Roma, una demostración de fuerza paramilitar que intimidó al rey Víctor Manuel III para que lo nombrara primer ministro. En los años siguientes, Mussolini desmanteló sistemáticamente las instituciones democráticas italianas, estableciendo un estado de partido único donde el fascismo se identificaba con la nación misma. Su retórica de restaurar la grandeza del Imperio Romano mediante la conquista de un nuevo imperio en África y el Mediterráneo resonó con italianos resentidos por el trato recibido en Versalles, donde sus ambiciones territoriales habían sido frustradas.

Benito Mussolini
Benito Mussolini. Crédito: Dominio Público.

El ascenso de Hitler en Alemania fue más gradual pero igualmente inexorable. Nombrado canciller el 30 de enero de 1933, inmediatamente comenzó a consolidar el poder. El incendio del Reichstag en febrero de 1933 le proporcionó el pretexto para suspender las libertades civiles y arrestar a miles de comunistas. La Ley de Habilitación de marzo de 1933 le otorgó poderes dictatoriales. Para 1934, Hitler era el Führer absoluto, habiendo eliminado incluso a potenciales rivales dentro de su propio partido durante la Noche de los Cuchillos Largos.

El régimen nazi no se contentaba con el control político: buscaba remodelar completamente la sociedad alemana según principios raciales y autoritarios. Las Leyes de Núremberg de 1935 institucionalizaron la discriminación contra los judíos, privándolos de ciudadanía y derechos civiles. La Noche de los Cristales Rotos en noviembre de 1938 marcó el inicio de la violencia abierta y sistemática contra la población judía, con sinagogas quemadas, negocios saqueados y miles de judíos arrestados.

Japón siguió un camino diferente hacia el militarismo autoritario. No hubo un líder carismático único como Hitler o Mussolini, sino más bien una toma de control gradual del gobierno por parte del establishment militar. Los oficiales jóvenes ultranacionalistas, frustrados por lo que percibían como la debilidad del gobierno civil y alarmados por la crisis económica, perpetraron una serie de asesinatos políticos y golpes de estado en los años 30. La invasión de Manchuria en 1931 fue decidida por comandantes militares en el terreno sin autorización del gobierno civil en Tokio, estableciendo un patrón de insubordinación militar que caracterizaría la política japonesa durante la década. Para 1937, cuando Japón lanzó su invasión a gran escala de China, el militarismo había triunfado completamente. El emperador Hirohito retenía autoridad formal pero raramente contradecía a sus generales.

La Guerra Civil Española (1936-1939) sirvió como ensayo general de la Segunda Guerra Mundial. Alemania e Italia intervinieron abiertamente en apoyo del general Francisco Franco, probando nuevas tácticas militares como el bombardeo de ciudades (Guernica, abril de 1937). La Unión Soviética apoyó al gobierno republicano, aunque de manera más limitada y caótica. La victoria de Franco en abril de 1939 fue interpretada por Hitler y Mussolini como confirmación de que las democracias occidentales no intervendrían para detenerlos, incluso cuando sus intereses vitales estuvieran en juego.

El apaciguamiento: error estratégico de las democracias

La política de apaciguamiento practicada por Francia y especialmente Reino Unido hacia la Alemania nazi durante los años 30 es uno de los episodios más debatidos y criticados de la historia diplomática moderna. En marzo de 1936, Hitler ordenó la remilitarización de Renania, violando directamente el Tratado de Versalles. Francia y Reino Unido protestaron verbalmente pero no actuaron militarmente. Hitler admitió posteriormente que si Francia hubiera intervenido, el ejército alemán, todavía débil, hubiera tenido que retirarse humillantemente. Pero no hubo intervención y Hitler aprendió una lección peligrosa: las democracias occidentales no responderían con fuerza a sus provocaciones.

El Anschluss de Austria en marzo de 1938 fue aún más audaz. Hitler presionó al canciller austriaco para que permitiera la entrada del ejército alemán, presentándolo como una «reunificación» del pueblo alemán. Austria, con su población de siete millones, sus recursos industriales y su posición estratégica, fue anexionada sin un disparo. La comunidad internacional se limitó a protestas diplomáticas. Checoslovaquia, que compartía frontera con la ahora expandida Alemania, comprendió que sería la siguiente víctima.

La crisis de los Sudetes en 1938 marcó el punto culminante del apaciguamiento. Hitler exigió la anexión de los Sudetes, región de Checoslovaquia habitada por tres millones de alemanes étnicos. Checoslovaquia, con un ejército bien equipado y fortificaciones fronterizas formidables, estaba dispuesta a luchar, contando con su alianza con Francia. Pero en la Conferencia de Múnich del 29-30 de septiembre de 1938, Francia y Reino Unido, representados por Édouard Daladier y Neville Chamberlain respectivamente, acordaron entregar los Sudetes a Alemania sin consultar al gobierno checoslovaco. Chamberlain regresó a Londres proclamando que había logrado «paz en nuestro tiempo«. Winston Churchill, entonces en la oposición, respondió proféticamente:

Les dieron a elegir entre la deshonra y la guerra. Eligieron la deshonra y tendrán la guerra.

Churchill

Las razones del apaciguamiento fueron complejas. El recuerdo de la masacre de la Primera Guerra Mundial, donde 700.000 británicos y 1.4 millones de franceses habían muerto, generaba un pacifismo comprensible en la opinión pública. Muchos británicos y franceses consideraban que el Tratado de Versalles había sido injusto con Alemania, y que algunas de las demandas de Hitler eran razonables. Existía también un profundo temor al comunismo soviético y algunos políticos occidentales veían a Hitler como un baluarte contra la expansión bolchevique. Finalmente, ninguno de los dos países estaba militarmente preparado para la guerra en 1938: el rearme había comenzado tarde y estaba incompleto.

El apaciguamiento colapsó definitivamente en marzo de 1939 cuando Hitler, violando los Acuerdos de Múnich, ocupó el resto de Checoslovaquia. Ya no podía pretender que solo buscaba reunificar a los alemanes étnicos. Las democracias occidentales, finalmente comprendiendo que Hitler no tenía límites, ofrecieron garantías de seguridad a Polonia, el próximo objetivo evidente de expansión alemana. Cuando Alemania invadiera Polonia seis meses después, Francia y Reino Unido cumplirían sus compromisos y declararían la guerra.

La cuenta atrás: primavera-verano 1939

Ribbentrop
Ribbentrop, líder de la estrategia exterior nazi. Crédito: Dominio Público.

El verano de 1939 fue un período de intensas maniobras diplomáticas y preparativos militares que condujeron inexorablemente a la guerra. Hitler, envalentonado por sus éxitos anteriores, ahora exigía la devolución del corredor de Danzig y una carretera extraterritorial que conectara Prusia Oriental con el resto de Alemania. Polonia, consciente de que ceder significaría convertirse en un estado satélite alemán, rechazó firmemente las demandas. El gobierno polaco confiaba en que las garantías británicas y francesas disuadirían a Hitler o, en el peor de los casos, asegurarían ayuda efectiva si Alemania atacaba.

El acontecimiento que selló el destino de Polonia fue el Pacto Ribbentrop-Mólotov, firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939 entre la Alemania nazi y la Unión Soviética comunista. Públicamente era un pacto de no agresión, pero contenía protocolos secretos que dividían Europa Oriental en esferas de influencia: Polonia sería partida entre Alemania y la URSS, los Estados Bálticos quedarían en la esfera soviética, y la URSS tendría manos libres en Finlandia y Besarabia. Para Hitler, el pacto eliminaba el temido escenario de una guerra en dos frentes que había destruido a Alemania en 1914-1918. Para Stalin, proporcionaba tiempo para prepararse para un eventual enfrentamiento con Alemania y territorios adicionales como zona de amortiguación.

Las últimas semanas de agosto de 1939 fueron un ejercicio de simulación diplomática. Hitler fabricó provocaciones fronterizas, incluyendo el falso ataque alemán a la estación de radio de Gleiwitz el 31 de agosto, donde las SS disfrazaron a prisioneros de campos de concentración con uniformes polacos y los mataron para crear «evidencia» de agresión polaca. Mussolini, nervioso ante la perspectiva de una guerra general para la que Italia no estaba preparada, propuso una nueva conferencia internacional, pero Hitler la rechazó. El 1 de septiembre de 1939 a las 4:45 de la madrugada, la Wehrmacht cruzó la frontera polaca sin declaración formal de guerra. El acorazado Schleswig-Holstein comenzó a bombardear las fortificaciones polacas en Danzig. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.

Reino Unido y Francia presentaron un ultimátum a Alemania exigiendo la retirada inmediata de Polonia. Hitler lo ignoró, confiando en que las democracias occidentales nuevamente se echarían atrás como en Múnich. Esta vez estaba equivocado. El 3 de septiembre de 1939, primero Reino Unido a las 11:00 y luego Francia a las 17:00 declararon la guerra a Alemania. El primer ministro Neville Chamberlain, cuya política de apaciguamiento había fracasado espectacularmente, anunció sombríamente por radio: «Este país está en guerra con Alemania». El mundo se preparó para un conflicto que superaría en escala y horror todo lo conocido hasta entonces.

El desarrollo de la guerra: cuatro fases decisivas

Fase 1: triunfos del Eje (septiembre 1939 – junio 1941)

La invasión de Polonia demostró la efectividad revolucionaria de la Blitzkrieg o guerra relámpago. En lugar de la guerra de trincheras estática de 1914-1918, los alemanes desarrollaron una doctrina que coordinaba estrechamente tanques, aviación, infantería motorizada y artillería móvil para penetrar las líneas enemigas, cercar grandes formaciones y provocar el colapso del mando enemigo.

Los Stukas bombardeaban posiciones defensivas, los panzers rompían el frente y la infantería motorizada explotaba las brechas. La resistencia polaca, aunque valiente, fue abrumada por la superioridad tecnológica y táctica alemana. Cuando la Unión Soviética invadió desde el este el 17 de septiembre cumpliendo su parte del pacto secreto, el destino de Polonia quedó sellado. Varsovia capituló el 27 de septiembre tras un bombardeo aéreo devastador. Polonia había dejado de existir como estado independiente en menos de un mes.

Luftwaffe, fundamental para el Blitzkrieg
La Luftwaffe alemana fue una de las partes fundamentales desplegadas por Hitler para el Blitzkrieg. Crédito: Dominio Público.

Lo que siguió fue el curioso período conocido como Sitzkrieg o «guerra de broma» en el frente occidental. Francia y Reino Unido, habiendo declarado la guerra, no lanzaron ninguna ofensiva seria contra Alemania durante los ocho meses siguientes. El ejército francés, considerado el mejor de Europa, permaneció pasivo detrás de la Línea Maginot mientras Alemania concentraba sus fuerzas hacia el oeste. Esta inactividad militar se debía a varios factores: los aliados esperaban que el tiempo jugara a su favor permitiéndoles completar su rearme y movilización económica, subestimaban gravemente la capacidad ofensiva alemana, y seguían esperando alguna solución diplomática. Hitler aprovechó este respiro para consolidar la conquista de Polonia, donde las SS iniciaron una campaña de terror contra la intelectualidad polaca, y para preparar meticulosamente su próxima ofensiva.

El 10 de mayo de 1940, Alemania lanzó la Operación Fall Gelb contra los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia. El plan alemán, desarrollado por el general Erich von Manstein, era audaz hasta el punto de parecer temerario. Mientras el grueso del ejército francés y el Cuerpo Expedicionario Británico avanzaban hacia Bélgica esperando una repetición del Plan Schlieffen de 1914, el general Heinz Guderian lideró la masa principal de divisiones panzer a través del supuestamente impenetrable bosque de las Ardenas. Esta maniobra audaz flanqueó completamente la Línea Maginot, las mejores formaciones aliadas quedaron atrapadas en Bélgica y la carrera de los tanques alemanes hacia el Canal de la Mancha cortó en dos al ejército aliado. La campaña que se esperaba durara años terminó en seis semanas.

general charles de gaulle
Charles de Gaulle, líder de la resistencia francesa. Crédito: Dominio Público.

La evacuación de Dunkerque (26 de mayo – 4 de junio de 1940) se convirtió en uno de los momentos más dramáticos de la guerra. Atrapados con sus espaldas contra el mar, 338.000 soldados británicos y franceses fueron evacuados a Inglaterra en una operación improvisada que involucró desde destructores de la Royal Navy hasta pequeños barcos de pesca civiles. La decisión de Hitler de detener sus tanques y confiar en la Luftwaffe para destruir la bolsa de Dunkerque fue uno de los errores estratégicos más debatidos de la guerra. Aunque los británicos tuvieron que abandonar todo su equipo pesado, salvaron la semilla de un futuro ejército que combatiría hasta Berlín. Churchill, en uno de sus discursos más memorables, transformó la retirada en un símbolo de resistencia: «Lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles… nunca nos rendiremos».

La rendición de Francia el 22 de junio de 1940 en Compiègne, en el mismo vagón de tren donde Alemania había firmado su rendición en 1918, fue deliberadamente diseñada por Hitler como una humillación ritual. Francia quedó dividida: el norte y toda la costa atlántica bajo ocupación alemana directa, el sur bajo el régimen colaboracionista de Vichy liderado por el héroe de la Primera Guerra Mundial, el mariscal Philippe Pétain. El general Charles de Gaulle, refugiado en Londres, lanzó su llamamiento del 18 de junio por la BBC, rechazando la rendición y proclamando la continuación de la lucha. La «Francia Libre» de De Gaulle era poco más que un gesto simbólico en 1940, pero mantuvo viva la legitimidad de la resistencia francesa y posteriormente se convertiría en la base del gobierno provisional tras la liberación.

La Batalla de Inglaterra (julio-octubre 1940) representó el primer fracaso nazi y uno de los momentos más cruciales de la guerra. Hitler necesitaba superioridad aérea para lanzar la Operación León Marino, la invasión anfibia de las Islas Británicas. Lo que siguió fue la primera campaña aérea estratégica de la historia. La Luftwaffe, con aproximadamente 2.600 aviones, se enfrentó a los 700 cazas del RAF Fighter Command. La batalla atravesó varias fases: primero, ataques a los convoyes en el Canal; luego, intentos de destruir las bases aéreas y las instalaciones de radar británicas; finalmente, bombardeos terroristas sobre Londres y otras ciudades (el Blitz).

El radar británico, el sistema de detección temprana más avanzado del mundo, permitía a los cazas británicos interceptar las formaciones alemanas con precisión. Pilotos de Hurricane y Spitfire, trabajando turnos agotadores, infligieron pérdidas insostenibles a los bombarderos alemanes. Para mediados de septiembre, Hitler pospuso indefinidamente la invasión. Gran Bretaña había sobrevivido, proporcionando una base desde la cual eventualmente se lanzaría la reconquista de Europa.

Fase 2: puntos de inflexión (junio 1941 – noviembre 1942)

El 22 de junio de 1941, Alemania lanzó la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética. Con 3.8 millones de soldados del Eje, 3.350 tanques, 7.200 piezas de artillería y 2.770 aviones, fue la operación militar más masiva de la historia. Hitler creía que la Unión Soviética, debilitada por las purgas stalinistas de los años 30, colapsaría en ocho a diez semanas, declarando infamemente que «solo hay que patear la puerta y toda la estructura podrida se derrumbará». Inicialmente, las predicciones parecían cumplirse. En una serie de cercos gigantescos, los alemanes capturaron millones de prisioneros soviéticos. Para noviembre, las vanguardias alemanas podían ver las torres del Kremlin desde sus prismáticos. Pero Stalin no capituló, la población soviética no saludó a los alemanes como libertadores, y el Ejército Rojo continuó luchando con una ferocidad que sorprendió a los comandantes alemanes.

La contraofensiva soviética frente a Moscú en diciembre de 1941, lanzada cuando las temperaturas habían descendido a -40°C, fue el primer gran retroceso alemán de la guerra. Los tanques alemanes no podían arrancar con el frío extremo, la infantería sufrió masivas congelaciones por falta de equipamiento de invierno y las líneas logísticas se habían estirado hasta el punto de ruptura. Divisiones siberianas frescas, equipadas para el combate invernal, expulsaron a los alemanes de las inmediaciones de Moscú. Hitler, furioso, despidió a sus mejores generales y asumió personalmente el mando operacional, prohibiendo cualquier retirada estratégica. Esta decisión tendría consecuencias catastróficas en Stalingrado y otros lugares. Barbarroja había fracasado en su objetivo de destruir rápidamente la Unión Soviética, pero había iniciado una guerra de aniquilación mutua que consumiría a ambos países durante cuatro años y costaría más de 30 millones de vidas.

El ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 transformó definitivamente la guerra en un conflicto verdaderamente global. Japón, frustrado por el embargo petrolero estadounidense impuesto como respuesta a su agresión en China e Indochina, apostó por un golpe decisivo que destruiría la flota del Pacífico de Estados Unidos y permitiría la conquista rápida del sudeste asiático rico en recursos. A las 7:55 de la mañana, 353 aviones japoneses lanzados desde seis portaaviones atacaron la base naval de Pearl Harbor en Hawái. En dos horas, hundieron o dañaron gravemente ocho acorazados, destruyeron 188 aviones y mataron a 2.403 estadounidenses.

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Naves ardiendo durante el ataque a Pearl Harbor. Crédito: Dominio público.

El almirante Yamamoto, arquitecto del ataque, supuestamente comentó: «Me temo que solo hemos despertado a un gigante dormido y lo hemos llenado de una terrible resolución«. Tenía razón. El aislacionismo estadounidense, hasta entonces dominante, se evaporó instantáneamente. El 8 de diciembre, Estados Unidos declaró la guerra a Japón y tres días después Alemania e Italia, cumpliendo el Pacto Tripartito, declararon la guerra a Estados Unidos.

La entrada de Estados Unidos en la guerra aseguró finalmente la derrota del Eje, aunque nadie en 1941 podía prever cuándo ni cómo. Estados Unidos poseía el PIB más grande del mundo, recursos naturales prácticamente ilimitados y una industria que, una vez movilizada para la guerra, demostraría ser invencible. En 1944, Estados Unidos produciría 96.000 aviones en un solo año, más que Alemania y Japón combinados. Construiría tantos barcos que la Marina mercante estadounidense se convertiría en la más grande del mundo. Y el Proyecto Manhattan, aunque secreto en 1941, culminaría en un arma que cambiaría la guerra y el mundo. Sin embargo, la movilización total del potencial estadounidense requeriría tiempo y durante 1942 las fuerzas del Eje alcanzarían su máxima extensión territorial.

La batalla de Midway (4-7 de junio de 1942) fue el punto de inflexión en el teatro del Pacífico. Japón intentó destruir los portaaviones estadounidenses que habían escapado de Pearl Harbor, apostando que una victoria decisiva forzaría a Estados Unidos a negociar la paz. Pero los criptoanalistas estadounidenses habían descifrado parcialmente los códigos navales japoneses y conocían el plan de ataque. En una batalla de portaaviones donde las flotas nunca se avistaron mutuamente, bombarderos en picado estadounidenses hundieron cuatro portaaviones japoneses en cinco minutos devastadores, destruyendo la columna vertebral de la marina imperial. Japón perdió en Midway pilotos navales irremplazables entrenados durante años. Nunca recuperó la iniciativa estratégica en el Pacífico.

En el norte de África, la batalla de El Alamein (23 de octubre – 11 de noviembre de 1942) detuvo el avance del Afrika Korps de Rommel hacia el Canal de Suez y los campos petroleros de Oriente Medio. El general Bernard Montgomery, al mando del Octavo Ejército británico, acumuló una superioridad abrumadora en tanques, artillería y suministros antes de lanzar su ofensiva. Tras doce días de combates brutales, Rommel se vio obligado a retirarse.

biografia de erwin rommel
Erwin Rommel, «El Zorro del Desierto». Crédito: Dominio Público

Churchill comentó famosamente: «Antes de El Alamein nunca tuvimos una victoria. Después de El Alamein nunca tuvimos una derrota». La subsiguiente Operación Torch (8 de noviembre de 1942), el desembarco anglo-estadounidense en Marruecos y Argelia, atrapó al Eje entre dos fuegos. Para mayo de 1943, el norte de África sería liberado completamente.

Fase 3: contraofensiva aliada (noviembre 1942 – junio 1944)

La batalla de Stalingrado (agosto 1942 – febrero 1943) fue el punto de no retorno en el frente oriental. Hitler, obsesionado con capturar la ciudad que llevaba el nombre de su enemigo, empeñó el Sexto Ejército del general Friedrich Paulus en una batalla urbana de desgaste casa por casa. Los soviéticos, bajo el mando de Georgy Zhukov, resistieron desesperadamente mientras preparaban una contraofensiva masiva.

El 19 de noviembre de 1942, la Operación Urano cerró una pinza gigante alrededor del Sexto Ejército, atrapando a 250.000 soldados alemanes. Hitler prohibió la retirada y prometió un puente aéreo que nunca pudo materializarse adecuadamente. Durante los siguientes tres meses, el Sexto Ejército luchó en condiciones apocalípticas: temperaturas de -40°C, raciones reducidas a 100 gramos de pan diario y canibalismo entre las tropas hambrientas. Paulus finalmente se rindió el 2 de febrero de 1943 con los 91.000 supervivientes de los 250.000 hombres originales. Solo 6.000 regresarían alguna vez a Alemania. Stalingrado fue la mayor derrota alemana de la guerra y marcó el inicio de la larga retirada hasta Berlín.

Ataque aéreo Stalingrado. Crédito: Dominio público.

La batalla de Kursk (julio-agosto 1943) fue la última ofensiva alemana a gran escala en el frente oriental y la mayor batalla de tanques de la historia. Hitler apostó por romper el saliente soviético alrededor de Kursk mediante ataques simultáneos desde el norte y el sur, empleando nuevos tanques Tiger y Panther. Pero los soviéticos, advertidos por espías y reconocimiento aéreo, prepararon defensas en profundidad con campos de minas, posiciones antitanque y reservas masivas. Después de dos semanas de combates brutales, la ofensiva alemana había fracasado con pérdidas catastróficas en tanques y personal que Alemania no podía reemplazar. Los soviéticos inmediatamente lanzaron su propia contraofensiva, liberando Járkov en agosto y Kiev en noviembre. A partir de Kursk, el Ejército Rojo no dejaría de avanzar hacia el oeste hasta Berlín.

La invasión de Italia comenzó con el desembarco en Sicilia (Operación Husky, 9 de julio de 1943), seguido por la caída de Mussolini el 25 de julio. El nuevo gobierno italiano de Badoglio firmó secretamente un armisticio con los aliados el 3 de septiembre, pero Alemania ocupó rápidamente el norte y centro de Italia, rescató a Mussolini y estableció una república títere. La campaña italiana se convirtió en un avance lento y sangriento contra defensas alemanas bien preparadas. La batalla de Monte Cassino (enero-mayo 1944) fue particularmente brutal, requiriendo cuatro ofensivas aliadas y el bombardeo del monasterio histórico antes de que finalmente cayera. Roma fue liberada el 4 de junio de 1944, pero los alemanes continuaron resistiendo en el norte de Italia hasta los últimos días de la guerra. Churchill había prometido un ataque al «vientre blando del Eje», pero Italia demostró ser cualquier cosa menos blanda.

La guerra submarina en el Atlántico alcanzó su clímax en 1942-1943. Los submarinos alemanes (U-boats) intentaban estrangular a Gran Bretaña cortando las líneas de suministro transatlánticas. En marzo de 1943, los U-boats hundieron 108 barcos mercantes aliados, el peor mes de la guerra. Pero las mareas cambiaron cuando los aliados finalmente cerraron la «brecha aérea» del Atlántico medio, mediante aviones de largo alcance operando desde bases en Islandia y Terranova, y con el desarrollo de un radar de microondas más sofisticado, descifraron el código Enigma naval permitiendo localizar las manadas de lobos submarinas, e implementaron tácticas de escolta más efectivas. En mayo de 1943, el almirante Dönitz retiró sus submarinos del Atlántico Norte tras perder 41 U-boats en un solo mes. La batalla del Atlántico había sido ganada, asegurando el flujo de suministros estadounidenses hacia Europa para la invasión venidera.

En el Pacífico, la estrategia estadounidense de salto de isla en isla comenzó a avanzar hacia Japón. En lugar de atacar cada isla fortificada, MacArthur y Nimitz diseñaron una estrategia para capturar solo las islas clave, dejando que las guarniciones japonesas aisladas «marchitaran en la vid». Tarawa (noviembre 1943) demostró el costo terrible de asaltar atolones fortificados: 1.000 marines murieron en 76 horas de combate. Saipan, Guam y Tinian en las Marianas (junio-agosto 1944) fueron capturadas, proporcionando bases desde las cuales los nuevos bombarderos B-29 podrían alcanzar las islas japonesas. La batalla del Mar de Filipinas (19-20 junio 1944), apodada el «Gran Tiro al Pavo de las Marianas», vio a pilotos estadounidenses veteranos derribar 600 aviones japoneses pilotados por aviadores novatos que habían reemplazado a los expertos perdidos en Midway y campañas posteriores.

Fase 4: colapso del Eje (junio 1944 – septiembre 1945)

El Día D, 6 de junio de 1944, fue la operación anfibia más masiva de la historia. La Operación Overlord desembarcó 156.000 soldados aliados en cinco playas de Normandía: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. La preparación había sido meticulosa: meses de bombardeos estratégicos para degradar la capacidad alemana de reforzar Normandía, una masiva operación de engaño (Operación Fortitude) que convenció a Hitler de que el verdadero desembarco sería en Calais, manteniendo ahí las mejores divisiones alemanas durante semanas críticas, y el ensamblaje en Inglaterra de la mayor fuerza expedicionaria jamás reunida. Los desembarcos fueron apoyados por 11.000 aviones y 7.000 buques. La playa Omaha fue casi un desastre: las defensas alemanas estaban intactas y los desembarcos iniciales sufrieron más del 90% de bajas en algunas unidades. Pero para el anochecer del 6 de junio, todas las playas estaban aseguradas, aunque no se habían alcanzado todos los objetivos del primer día.

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Desembarco de Normandía, uno de los momentos más importantes de la Segunda Guerra. Crédito: Dominio Público.

La batalla de Normandía continuó durante todo el verano. Los alemanes resistieron ferozmente, especialmente en las bocages (setos normandos) que proporcionaban defensas naturales perfectas. La ciudad de Caen, objetivo del primer día, no cayó completamente hasta mediados de julio. Pero la superioridad aérea aliada, que alcanzaba objetivos tácticos con devastadora precisión, y la continua acumulación de hombres y material eventualmente hicieron insostenible la posición alemana. La Operación Cobra (25 julio) rompió finalmente las líneas alemanas. Cuando los alemanes intentaron un contraataque en Mortain, las fuerzas aliadas cerraron la bolsa de Falaise, atrapando y destruyendo gran parte del Séptimo Ejército alemán. París fue liberada el 25 de agosto de 1944 con De Gaulle marchando triunfalmente por los Campos Elíseos. Para septiembre, toda Francia había sido liberada y los aliados alcanzaban las fronteras de Alemania.

En el frente oriental, la Operación Bagration (junio-agosto 1944), lanzada coordinada con Overlord, fue aún más devastadora para Alemania. Los soviéticos destruyeron completamente el Grupo de Ejércitos Centro alemán en Bielorrusia, matando o capturando 350.000 soldados alemanes. Fue la derrota alemana más catastrófica de la guerra, peor que Stalingrado. El Ejército Rojo liberó Bielorrusia, Ucrania occidental y alcanzó las fronteras de Polonia oriental. En agosto de 1944, el Alzamiento de Varsovia contra la ocupación alemana fue brutalmente suprimido mientras el Ejército Rojo esperaba en la orilla oriental del Vístula, permitiendo deliberadamente que los alemanes masacraran a la resistencia polaca que podría haber obstaculizado los planes soviéticos de posguerra para Polonia. Para diciembre de 1944, los soviéticos habían penetrado en Hungría y estaban preparándose para el asalto final a Alemania.

La última ofensiva alemana de la guerra fue la batalla de las Ardenas (diciembre 1944-enero 1945), la apuesta desesperada de Hitler para dividir a los aliados occidentales. Concentrando sus últimas reservas, incluyendo las divisiones panzer recientemente reequipadas, atacó a través del mismo bosque que había empleado en 1940. Inicialmente, la sorpresa fue total y los alemanes avanzaron creando un «bulge» prominente en las líneas aliadas. La 101ª División Aerotransportada fue cercada en Bastogne, donde el general McAuliffe respondió a la demanda alemana de rendición con un lacónico «Nuts!». Pero la ofensiva se quedó sin combustible, literalmente y figurativamente. Cuando el clima mejoró permitiendo el apoyo aéreo aliado, los tanques alemanes fueron destruidos sistemáticamente. Para finales de enero de 1945, el bulge había sido eliminado. Alemania había gastado sus últimas reservas sin lograr nada excepto retrasar lo inevitable.

El asalto final a Alemania vino desde el este y el oeste simultáneamente. Los soviéticos cruzaron el Oder en enero de 1945, a menos de 70 kilómetros de Berlín. En el oeste, los aliados cruzaron el Rin en marzo tras la captura fortuita del puente de Remagen. El Ruhr, corazón industrial de Alemania, fue cercado y capturado con 325.000 prisioneros. Para abril, resistían solo bolsas aisladas. Hitler, refugiado en su búnker bajo la Cancillería del Reich en Berlín, rechazó cualquier propuesta de rendición, ordenando en su lugar la destrucción total de la infraestructura alemana (el Decreto Nerón) para que nada sobreviviera a la derrota del Tercer Reich. La batalla de Berlín (16 de abril – 2 de mayo de 1945) fue una carnicería urbana donde 80.000 soldados soviéticos murieron conquistando las ruinas de la capital nazi. Hitler se suicidó el 30 de abril. El almirante Dönitz, nombrado sucesor, firmó la rendición incondicional el 7 de mayo en Reims, con efecto el 8 de mayo de 1945. La guerra en Europa había terminado.

La guerra contra Japón continuó. Los estadounidenses capturaron Iwo Jima (febrero-marzo 1945) con 26.000 bajas, incluyendo 6.800 muertos, en solo 36 días de combate para capturar una isla de 21 kilómetros cuadrados. Okinawa (abril-junio 1945) fue aún peor: 12.000 estadounidenses muertos, 100.000 japoneses muertos y aproximadamente 100.000 civiles de Okinawa murieron atrapados en la batalla o forzados al suicidio por el ejército japonés. Los ataques kamikaze hundieron 36 buques estadounidenses. Si esta era la resistencia en islas periféricas, la invasión de las islas principales japonesas prometía ser una masacre sin precedentes. Planificadores militares estadounidenses estimaban un millón de bajas estadounidenses para conquistar Japón.

Las bombas atómicas de Hiroshima (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto) cambiaron todo. La primera mató instantáneamente a aproximadamente 80.000 personas; la segunda a 40.000. Las muertes por radiación, quemaduras y efectos secundarios eventualmente elevarían los totales a 200.000 y 140.000 respectivamente. La decisión del presidente Truman de emplear las bombas sigue siendo objeto de intenso debate moral e histórico. Los defensores argumentan que salvó millones de vidas tanto estadounidenses como japonesas que se habrían perdido en una invasión. Los críticos señalan que Japón ya estaba al borde del colapso, que las bombas fueron innecesarias, y que su uso inauguró la era nuclear con todas sus amenazas existenciales.

boma atomica nagasaki
Bomba atómica sobre Nagasaki. Crédito: Dominio Público.

Lo indiscutible es que rompieron la voluntad de resistencia del gobierno japonés. El emperador Hirohito, por primera vez en la historia japonesa moderna, intervino personalmente para ordenar la rendición. El 2 de septiembre de 1945, Japón firmó los documentos de rendición a bordo del acorazado USS Missouri en la bahía de Tokio. La Segunda Guerra Mundial había terminado oficialmente.

Batallas decisivas que cambiaron el curso de la guerra

Entre los miles de combates que conformaron la Segunda Guerra Mundial, ciertas batallas destacan por su impacto estratégico decisivo. Estas no fueron necesariamente las más sangrientas ni las más grandes, sino aquellas que alteraron fundamentalmente el balance de poder, la iniciativa estratégica, o las capacidades militares de los beligerantes. Comprender estas batallas es esencial para entender por qué los aliados finalmente triunfaron sobre el Eje.

Batalla Fecha Combatientes Resultado Significado estratégico
Batalla de Inglaterra Jul-Oct 1940 RAF vs Luftwaffe Victoria británica Primer fracaso alemán; Gran Bretaña sobrevive como base para futura reconquista de Europa
Batalla de Moscú Oct 1941 – Ene 1942 URSS vs Alemania Victoria soviética Barbarroja fracasa; Alemania enfrenta guerra larga que no puede ganar
Pearl Harbor 7 Dic 1941 Japón vs EEUU Victoria táctica japonesa, error estratégico EEUU entra en guerra; garantiza eventualmente derrota del Eje por superioridad industrial
Batalla de Midway 4-7 Jun 1942 EEUU vs Japón Victoria estadounidense decisiva Japón pierde 4 portaaviones y superioridad naval; fin de expansión en Pacífico
Batalla de El Alamein 23 Oct – 11 Nov 1942 UK/Commonwealth vs Eje Victoria británica Detiene avance del Eje hacia Suez y petróleo de Oriente Medio; inicio de liberación del norte de África
Batalla de Stalingrado Ago 1942 – Feb 1943 URSS vs Alemania Victoria soviética catastrófica para Alemania Mayor derrota alemana; fin de iniciativa estratégica en frente oriental; inicio de retroceso hasta Berlín
Batalla de Kursk Jul-Ago 1943 URSS vs Alemania Victoria soviética Última ofensiva alemana a gran escala fracasa; mayor batalla de tanques de la historia
Desembarco de Normandía 6 Jun 1944 Aliados vs Alemania Victoria aliada Apertura del segundo frente; inicio de liberación de Europa occidental
Operación Bagration Jun-Ago 1944 URSS vs Alemania Victoria soviética aplastante Destrucción del Grupo de Ejércitos Centro; peor derrota alemana de la guerra (350,000 bajas)
Batalla de Berlín 16 Abr – 2 May 1945 URSS vs Alemania Victoria soviética Colapso final del Tercer Reich; suicidio de Hitler; rendición alemana

Analizar estas batallas revela patrones claros. El Eje disfrutó de ventajas iniciales en entrenamiento, doctrina y tecnología táctica, pero carecía de los recursos a largo plazo necesarios para una guerra de desgaste. Cada victoria temprana del Eje fue seguida eventualmente por una derrota decisiva cuando los aliados movilizaron su superior potencial industrial y poblacional. Alemania y Japón tuvieron que ganar rápidamente o no ganar en absoluto. Cuando quedó claro en 1942-1943 que la guerra sería larga, la derrota del Eje se volvió inevitable, solo era cuestión de tiempo y costo.

Holocausto y crímenes contra la humanidad

La Segunda Guerra Mundial no fue solo un conflicto militar, sino también el escenario del genocidio industrializado más sistemático de la historia humana. El Holocausto, término derivado del griego que significa «sacrificio completamente quemado», fue la persecución y asesinato en masa de aproximadamente seis millones de judíos por parte de la Alemania nazi y sus colaboradores. Junto a los judíos, los nazis asesinaron a millones de otros grupos considerados «indeseables»: romaníes, personas con discapacidades, homosexuales, testigos de Jehová, prisioneros de guerra soviéticos y disidentes políticos. El número total de víctimas del genocidio nazi se estima entre 11 y 17 millones de personas.

El Holocausto no comenzó con cámaras de gas, sino con discriminación legal gradual. Las Leyes de Núremberg de 1935 privaron a los judíos alemanes de ciudadanía y prohibieron matrimonios mixtos. La Noche de los Cristales Rotos en noviembre de 1938 marcó una escalada hacia la violencia abierta: 91 judíos asesinados, 30.000 arrestados y enviados a campos de concentración, 267 sinagogas destruidas y miles de negocios judíos saqueados. Tras el inicio de la guerra, el régimen nazi implementó políticas cada vez más radicales: guetos en Polonia donde los judíos fueron concentrados en condiciones brutales, Einsatzgruppen (escuadrones móviles de exterminio) que seguían al ejército alemán en el este masacrando judíos y comisarios soviéticos, y finalmente la «Solución Final«.

noche de los cristales rotos inicio holocausto
Sinagoga ardiendo durante la Noche de los Cristales Rotos. Crédito: Dominio público.

La Conferencia de Wannsee, celebrada el 20 de enero de 1942 en las afueras de Berlín, coordinó los aspectos logísticos de lo que los nazis eufemísticamente llamaron la «Solución Final de la Cuestión Judía«: el exterminio sistemático de todos los judíos europeos. Campos de exterminio fueron establecidos específicamente para asesinato masivo, distintos de los campos de concentración que principalmente explotaban trabajo esclavo. Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Sobibor, Bełżec, Chełmno y Majdanek se convirtieron en fábricas de muerte. Los judíos eran transportados en trenes de ganado desde toda Europa ocupada. A su llegada, la mayoría eran seleccionados inmediatamente para las cámaras de gas disfrazadas como duchas. Aquellos considerados aptos para trabajar eran explotados como esclavos hasta que el agotamiento, la inanición o la enfermedad los mataban, momento en que eran reemplazados por nuevos prisioneros.

La escala industrial del Holocausto es lo que lo distingue de otros genocidios históricos. En Auschwitz, las cámaras de gas podían asesinar hasta 6.000 personas diarias. Los cuerpos eran incinerados en crematorios especialmente diseñados. Se robaban las pertenencias de las víctimas, el cabello era cortado para fabricar tela y el oro de los dientes era fundido. La burocracia alemana mantuvo registros meticulosos de deportaciones, asesinatos y propiedades confiscadas. La compañía IG Farben suministraba el gas Zyklon B usado en las cámaras de gas. Empresas alemanas importantes utilizaron trabajo esclavo de los campos. El Holocausto fue un esfuerzo nacional que requirió la participación activa de decenas de miles de alemanes y la aquiescencia pasiva de millones más.

El legado del Holocausto transformó el derecho internacional y la conciencia moral global. Los Juicios de Núremberg (1945-1946) establecieron precedentes cruciales: los líderes podían ser juzgados por crímenes contra la humanidad, el seguir órdenes no era defensa suficiente y existían principios morales universales que trascendían las leyes nacionales. La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 fue una respuesta directa a los horrores del Holocausto. El término «genocidio» fue acuñado específicamente para describir estos crímenes. El estado de Israel fue fundado en 1948 en parte como refugio para supervivientes del Holocausto. El mandato de «nunca más» sigue resonando en debates contemporáneos sobre intervención humanitaria, genocidio y crímenes de guerra.

Consecuencias y legado: el mundo después de la guerra

La Segunda Guerra Mundial no solo fue el conflicto más destructivo de la historia humana, sino el acontecimiento que creó el mundo contemporáneo. Sus consecuencias políticas, económicas, sociales y tecnológicas siguen moldeando el siglo XXI. Comprender la posguerra es esencial para entender prácticamente cualquier aspecto de las relaciones internacionales modernas, desde la Unión Europea hasta las armas nucleares, desde la descolonización hasta los derechos humanos.

El costo humano fue apocalíptico. Las estimaciones más confiables sitúan las muertes totales entre 70 y 85 millones de personas, aproximadamente el 3% de la población mundial de 1940. La Unión Soviética sufrió entre 20 y 27 millones de muertos, aproximadamente el 14% de su población de preguerra. Polonia perdió el 17% de su población, incluyendo prácticamente toda su comunidad judía. China sufrió entre 15 y 20 millones de muertos. Alemania perdió aproximadamente siete millones. Japón dos millones. Yugoslavia, Grecia, Hungría, las Filipinas y otros países sufrieron pérdidas devastadoras. Lo único comparable en la historia humana fue la Peste Negra del siglo XIV.

La destrucción material fue igualmente catastrófica. Ciudades enteras habían sido reducidas a escombros. Dresden, Hamburgo, Tokio, Hiroshima, Nagasaki, Manila, Varsovia, Rotterdam, Berlín y cientos de otras ciudades grandes y pequeñas estaban en ruinas. La infraestructura industrial de Alemania y Japón había sido sistemáticamente bombardeada. Los sistemas ferroviarios europeos estaban destrozados. Puentes, carreteras, puertos y fábricas necesitaban reconstrucción masiva. La agricultura había colapsado en grandes áreas. Millones de desplazados vagaban por Europa buscando hogares que ya no existían. El invierno de 1945-1946 vio hambrunas generalizadas.

telon de acero
La Cortina de Hierro, que dividió a Europa en dos bloques bien definidos

El orden político mundial fue completamente reconfigurado. Europa, centro de poder global durante tres siglos, quedó dividida y subordinada a las dos nuevas superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. El telón de acero, término acuñado por Churchill en su discurso de Fulton en marzo de 1946, dividió Europa en una mitad occidental capitalista y democrática bajo influencia estadounidense y una mitad oriental comunista bajo dominio soviético. Esta división duraría 45 años. Alemania fue partida en cuatro zonas de ocupación (estadounidense, británica, francesa y soviética), división que se solidificó en dos estados separados: la República Federal de Alemania (occidental) y la República Democrática Alemana (oriental) en 1949. Berlín misma quedó dividida y el Muro de Berlín construido en 1961 se convirtió en el símbolo físico de la Guerra Fría.

Las instituciones internacionales creadas en respuesta a la guerra siguen dominando la gobernanza global. La Organización de las Naciones Unidas, fundada en San Francisco en junio de 1945, reemplazó a la fracasada Sociedad de Naciones con la misión de prevenir futuras guerras mundiales. A diferencia de su predecesora, incluía a las grandes potencias como miembros permanentes del Consejo de Seguridad con poder de veto. El sistema de Bretton Woods estableció el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para estabilizar la economía global y prevenir las crisis económicas que habían facilitado el ascenso del fascismo. El Plan Marshall (1948-1952) canalizó 13.000 millones de dólares (aproximadamente 150.000 millones actuales) para reconstruir Europa occidental, tanto por humanitarismo como para contener el comunismo.

La descolonización acelerada fue consecuencia directa de la guerra. Los imperios coloniales europeos, debilitados económica y militarmente, ya no podían mantener el control sobre territorios vastos. La India y Pakistán obtuvieron independencia de Gran Bretaña en 1947. Indonesia se independizó de los Países Bajos en 1949. Las colonias francesas en Indochina y África iniciaron luchas por la independencia. Para 1970, la mayoría de Asia y África habían obtenido independencia formal, aunque el neocolonialismo económico frecuentemente reemplazó al colonialismo político directo. El proceso fue frecuentemente violento: las guerras de independencia de Argelia, Vietnam, Angola y otras colonias cobraron millones de vidas adicionales.

La era nuclear que comenzó con Hiroshima y Nagasaki transformó permanentemente las relaciones internacionales. La carrera armamentística nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría creó arsenales capaces de destruir la civilización humana múltiples veces. La doctrina de «destrucción mutua asegurada» (MAD) paradójicamente mantuvo una paz incómoda entre las superpotencias, pero condujo a guerras por poder en Corea, Vietnam, Afganistán y otros lugares. El Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968 intentó limitar la expansión de armas atómicas, pero nueve países actualmente poseen capacidad nuclear y la amenaza de terrorismo nuclear persiste en el siglo XXI.

Preguntas frecuentes sobre la Segunda Guerra Mundial

¿Cuáles fueron las causas principales de la Segunda Guerra Mundial?

Las causas fueron múltiples y complejas. El Tratado de Versalles impuso condiciones humillantes a Alemania tras la Primera Guerra Mundial, creando resentimiento nacional. La crisis económica de 1929 devastó las economías europeas y facilitó el ascenso de regímenes totalitarios. El nazismo en Alemania, el fascismo en Italia y el militarismo japonés buscaban expansión territorial mediante la fuerza. La política de apaciguamiento de las democracias occidentales, que culminó en los Acuerdos de Múnich de 1938, no detuvo las ambiciones de Hitler. Finalmente, el Pacto Ribbentrop-Mólotov entre Alemania y la URSS eliminó el último obstáculo para la invasión alemana de Polonia el 1 de septiembre de 1939.

¿Por qué Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial?

Estados Unidos mantuvo una postura oficialmente neutral hasta el ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Aunque el presidente Roosevelt apoyaba a los aliados mediante el programa Lend-Lease y otras medidas, la opinión pública estadounidense era fuertemente aislacionista. El ataque sorpresa japonés, que hundió o dañó ocho acorazados y mató a 2,403 estadounidenses, galvanizó instantáneamente a la nación. El 8 de diciembre, Estados Unidos declaró la guerra a Japón. Tres días después, Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos, cumpliendo el Pacto Tripartito. La entrada estadounidense fue decisiva: su superior capacidad industrial y recursos prácticamente ilimitados garantizaron eventualmente la derrota del Eje.

¿Cuál fue la batalla más importante de la Segunda Guerra Mundial?

No hubo una sola batalla decisiva, sino varias que alteraron fundamentalmente el curso de la guerra. Stalingrado (agosto 1942 – febrero 1943) fue posiblemente la más importante: la destrucción del Sexto Ejército alemán marcó el fin de la iniciativa estratégica nazi en el frente oriental. Midway (junio 1942) detuvo la expansión japonesa en el Pacífico. El Alamein (octubre-noviembre 1942) salvó el Canal de Suez. La Batalla de Inglaterra (julio-octubre 1940) fue el primer fracaso alemán y aseguró la supervivencia británica. El Desembarco de Normandía (junio 1944) abrió el segundo frente en Europa occidental. Cada una de estas batallas fue crucial en su respectivo teatro de operaciones.

¿Qué fue el Holocausto?

El Holocausto fue el genocidio sistemático de aproximadamente seis millones de judíos europeos por parte de la Alemania nazi y sus colaboradores entre 1941 y 1945. Lo que distingue al Holocausto es su escala industrial: campos de exterminio como Auschwitz-Birkenau fueron diseñados específicamente para el asesinato en masa mediante cámaras de gas y crematorios. Los nazis también asesinaron a millones de otros grupos: romaníes, personas con discapacidades, homosexuales, prisioneros de guerra soviéticos y disidentes políticos, elevando el total de víctimas del genocidio nazi entre 11 y 17 millones. El Holocausto representó un punto de inflexión en la conciencia moral humana, conduciendo a la creación del término «genocidio», los Juicios de Núremberg, y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

¿Por qué Hitler invadió la Unión Soviética?

Hitler siempre había considerado la conquista del «espacio vital» (Lebensraum) en Europa oriental como el objetivo central de la política exterior alemana. Su ideología nazi identificaba al comunismo soviético y a los pueblos eslavos como enemigos existenciales que debían ser destruidos o esclavizados. A pesar del Pacto Ribbentrop-Mólotov, Hitler nunca abandonó sus planes de invasión. La Operación Barbarroja, lanzada el 22 de junio de 1941, fue la operación militar más masiva de la historia. Hitler creía que la URSS colapsaría rápidamente, pero subestimó gravemente la capacidad de resistencia soviética. La invasión de la Unión Soviética fue el error estratégico más catastrófico de Hitler, comprometiendo a Alemania en una guerra de desgaste que no podía ganar.

¿Qué papel jugó la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial?

La Unión Soviética soportó la mayor parte del esfuerzo bélico contra Alemania. Entre 20 y 27 millones de soviéticos murieron, representando aproximadamente el 40% de todas las muertes de la guerra. El frente oriental fue donde se decidió verdaderamente la guerra: aproximadamente el 80% de las bajas militares alemanas ocurrieron luchando contra el Ejército Rojo. Batallas masivas como Stalingrado, Kursk y la Operación Bagration destruyeron la capacidad ofensiva alemana. Los soviéticos también capturaron Berlín y aceptaron la rendición alemana. Sin embargo, el papel soviético es moralmente complejo: Stalin inicialmente fue aliado de Hitler mediante el Pacto Ribbentrop-Mólotov, permitiendo el reparto de Polonia, y la URSS cometió sus propios crímenes de guerra extensos.

¿Por qué Japón atacó Pearl Harbor?

Japón atacó Pearl Harbor como respuesta al embargo petrolero estadounidense impuesto tras la invasión japonesa de Indochina francesa en julio de 1941. Sin acceso al petróleo estadounidense, que representaba el 80% de las importaciones japonesas, Japón enfrentaba el colapso económico o la retirada de China e Indochina. Los militares japoneses apostaron por una tercera opción: un golpe devastador contra la flota del Pacífico que proporcionaría tiempo para conquistar los recursos del sudeste asiático (petróleo de las Indias Orientales Holandesas, caucho, estaño) y establecer un perímetro defensivo impenetrable. El ataque logró su objetivo táctico inmediato pero fue un desastre estratégico: despertó a Estados Unidos, garantizando su entrada total en la guerra con consecuencias catastróficas para Japón.

¿Fueron necesarias las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki?

Esta pregunta sigue siendo intensamente debatida. Los defensores argumentan que las bombas salvaron millones de vidas al hacer innecesaria la invasión de Japón, donde planificadores estimaban un millón de bajas estadounidenses y decenas de millones de japoneses muertos. Japón había demostrado en Iwo Jima y Okinawa su disposición a luchar hasta el último soldado y el gobierno rechazaba la rendición incondicional. Los críticos argumentan que Japón ya estaba al borde del colapso, estrangulado por el bloqueo naval y los bombardeos convencionales, y que las bombas fueron innecesarias o principalmente diseñadas para intimidar a la Unión Soviética. Lo indiscutible es que las bombas rompieron el punto muerto del gobierno japonés y el emperador intervino personalmente para ordenar la rendición.

¿Cómo cambió el mundo tras la Segunda Guerra Mundial?

La guerra transformó completamente el orden mundial. Europa perdió su posición dominante, reemplazada por la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética (Guerra Fría). El telón de acero dividió Europa durante 45 años. Se creó la ONU para prevenir futuras guerras mundiales. La era nuclear comenzó, transformando las relaciones internacionales. Los imperios coloniales europeos colapsaron, dando paso a la descolonización de África y Asia. Alemania y Japón fueron reconstruidos como democracias pacifistas. La integración europea comenzó, culminando en la Unión Europea. Los Juicios de Núremberg establecieron precedentes de justicia internacional. La Declaración Universal de Derechos Humanos respondió a los horrores del Holocausto. Vivimos todavía en el mundo creado por la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuántas personas murieron en la Segunda Guerra Mundial?

Las estimaciones más confiables sitúan las muertes totales entre 70 y 85 millones de personas, aproximadamente el 3% de la población mundial de 1940. La Unión Soviética sufrió el mayor número absoluto: entre 20 y 27 millones. China perdió entre 15 y 20 millones. Polonia perdió seis millones (20% de su población), incluyendo tres millones de judíos polacos. Alemania perdió aproximadamente siete millones. Japón dos millones. Yugoslavia 1.7 millones. El Holocausto asesinó a seis millones de judíos. A diferencia de la Primera Guerra Mundial, la mayoría de las muertes de la Segunda Guerra Mundial fueron civiles, reflejando la naturaleza de guerra total del conflicto donde las poblaciones civiles fueron objetivos deliberados.

Fuentes y bibliografía

Obras clásicas en español:

  • Beevor, Antony. La Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Pasado & Presente, 2012.
  • Fest, Joachim. Hitler: Una biografía. Barcelona: Planeta, 2005.
  • Kershaw, Ian. Hitler (2 volúmenes). Barcelona: Península, 2000.
  • Hastings, Max. La Segunda Guerra Mundial: Una historia militar. Barcelona: Crítica, 2012.
  • Keegan, John. La Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Planeta, 2005.

Obras clásicas en inglés:

  • Gilbert, Martin. The Second World War: A Complete History. New York: Henry Holt, 1989.
  • Weinberg, Gerhard L. A World at Arms: A Global History of World War II. Cambridge: Cambridge University Press, 1994.
  • Overy, Richard. Why the Allies Won. London: Pimlico, 2006.
  • Glantz, David M. y House, Jonathan. When Titans Clashed: How the Red Army Stopped Hitler. Lawrence: University Press of Kansas, 1995.
  • Atkinson, Rick. The Liberation Trilogy. New York: Henry Holt, 2002-2013.

Fuentes primarias:

  • Churchill, Winston. The Second World War (6 volúmenes). London: Cassell, 1948-1954.
  • Eisenhower, Dwight D. Crusade in Europe. Garden City: Doubleday, 1948.
  • Speer, Albert. Inside the Third Reich. New York: Macmillan, 1970.
  • Manstein, Erich von. Lost Victories. Chicago: Regnery, 1958.

Recursos digitales:

  • United States Holocaust Memorial Museum.
  • Imperial War Museums.
  • National WWII Museum.
  • Avalon Project (Yale).

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